Lanzado en 2014, el 1994 de La Flor Dominicana fue un cigarro que me recomendó Martin, de Cornelio Cigars, como uno de los más dignos representantes del tabaco dominicano. Luego de probarlo no podría estar más de acuerdo. Como ya había probado el Coronado y el Double Ligero, sabía que sería difícil que la marca me defraude, aunque nunca se sabe. Lo tengo en mi humidor desde noviembre del año pasado, por lo que es un tiempo prudencial y justo. El año 1994 es un año importante para La Flor Dominicana, pues fue cuando Litto Gomez decidió irse por su cuenta y fundar esta empresa, que finalmente hizo en 1996.
En 1997 LFD comenzó a adquirir sus propias fincas, siendo una de las más importantes la que se llama La Canela, que es donde se cosecha la hoja de capote y tripa de este cigarro. El cigarro como tal se ve imponente, fuerte, hasta llega a intimidar gracias a su color bastante oscuro y algunas venas gruesas y apariencia semi-oleosa. Al picarlo se le sienten varios aromas agradables que incluyen tierra, pimienta, madera, melaza y un toque de canela.
El golpe de tierra mojada es intenso desde el inicio, con una multitud de sabores adicionales que incluyen dulce, cacao, ahumado, miel y madera… sabores fuertes e imponentes, pero exentos de pimienta por los momentos. El 1994 comienza muy bien, haciéndome pensar que Martin Cornelio tenía toda la razón cuando me lo recomendó, quizá lo que más aprecio es que se trata de un cigarro para paladares experimentados, algo donde tienes que darle una buena probada y unas buenas vueltas para discernir la inmensa paleta de sabores que están presentes.
Quizá uno de los puntos más resaltantes de este cigarro es su precio: menos de $8, por esta delicia, es un regalo. El primer tercio está completamente protagonizado de sabores como tierra, azúcar morena, toffee, cacao y madera, mientras que en el retrogusto se sienten los mismos sabores de cuando mascas beef jerky, pero lo mejor es que todos estos sabores son sutiles, no explosivos, así que me concentro bastante en la fumada y la disfruto mucho.
Comienza el segundo tercio y el toque dulce del azúcar morena y el toffee es equilibrado divinamente con el aspecto cárnico del beef jerky y su intensidad se mantiene en media-fuerte, desde el inicio, pero mientras me aproximo a la mitad del cigarro se siente como se va haciendo más fuerte, aunque va manteniendo gran parte de sus sabores… algunos sí se van desvaneciendo, pero es algo de esperar en un cigarro con tantos. No me ha dejado de llamar la atención como la pimienta no se ha vuelto un elemento destacado en ningún momento… sí ha tenido su presencia, pero no se ha colocado en la delantera.
Claro, el cigarro estaba esperando que lo pensara, porque a partir de la mitad la pimienta se presenta intensamente, al tiempo que el humo se vuelve mucho más cremoso y sedoso, los sabores incluyen cacao, azúcar morena, toffee, nueces, ahumado cárnico, miel, pero mientras sigo fumando y me aproximo al último tercio llego a sentir también un toque cítrico y madera. El cigarro se vuelve bastante complejo y mucho más agradable a partir de la mitad y más hacia el último tercio.
La construcción y el tiro del cigarro han sido perfectos, sin requerir ningún retoque durante toda la fumada. Hay un aspecto que a veces llama la atención en muchos cigarros, y es que en el último tercio tienden a volverse muy buenos o muy malos, pero en cualquier caso, se vuelven más fuertes, cosa que temía un poco por este LFD porque conociendo el cariño que le tienen a la intensidad del Ligero, me estaba esperando una explosión hacia el final, pero todo lo contrario. El cigarro se vuelve sutil, manteniendo su complejidad y sus sabores, con muchísima variedad en cada calada, pero sin llegar a aturdir. Sin duda cuando regrese a República Dominicana voy a pedirle más de estos a Martin, si no es que me compro algunos antes.
Humo y Tabaco 