Un cigarro que pareciera ser creado para celebrar ese momento utópico en que se levante el embargo de USA a Cuba, momento que pareció estar en el horizonte con la administración de Obama pero que se alejó de nuevo con la entrada de Trump, quien se negó a abrir relaciones con la isla mientras sea gobernada por tiranos. Creado en la fábrica Raíces Cubanas en Honduras, el Post Embargo viene cubierto por una capa hondureña y dos hojas en el capote, una hondureña y una nicaragüense, y una liga excepcional de tripa de Nicaragua y Honduras.
Sin embargo Alan Rubin, de Alec Bradley, no ve el post embargo como una época añorada para revivir las marcas cubanas, sino más como un momento ideal en que se pueda quitar la careta del habano y el mercado tabacalero sea igual para todos. Como cuando se deje de pensar (por muchos) que los mejores cigarros del mundo son los cubanos y todo lo que no sea de la isla es de segunda clase. Vamos, un mercado en el que puedas fumar lo que quieras y que un cigarro no sea considerado mejor solo porque es más difícil de conseguir. El Post Embargo se ve muy bien, muy liso con venas casi imperceptibles y un box press muy sutil. La anilla tiene un arte muy bonito, con la unión de las banderas americana y cubanas. También tiene una gran variedad de aromas, incluyendofrutos secos, chocolate, café, regaliz y madera en la capa. En el pie se aprecia una nota herbácea, chocolate, café, pimienta, pasas y madera, mientras que la calada en seco presenta chocolate, pasas, pimienta, café y madera.
Estuve alejado del cigarro durante unos 4 días por temas estomacales, por lo que las primeras caladas del cigarro me aturden un poco, especialmente el golpe intenso de pimienta, pero está acompañado de chocolate, café, canela, regaliz y madera, para que sea más variado, al menos. El cigarro enciende muy bien, además que lo tosté una buena cantidad de tiempo antes de encenderlo y gracias a esa técnica los sabores salen bien compactados y al cabo de los primeros minutos el cigarro ya se siente bastante complejo.
Durante el primer tercio el cigarro se sitúa cómodamente en una intensidad media, con sabores variados y bien definidos de regaliz, canela, pimienta, chocolate, café, madera y caramelo. Por su precio de aproximadamente $7-8, me parece bastante decente. Sin embargo, tuve la suerte de conseguir este cigarro en una tienda en West Palm Beach como parte de un sampler de 5 Alec Bradley por $20, hace aproximadamente 13 meses. Hacia el final del primer tercio la pimienta vuelve a tomar la delantera de los sabores y tiene una pequeña transición hacia intensidad media-fuerte.
Últimamente fumo casi todos los días, con un promedio de 6 cigarros semanales, pero esto de no fumar durante 4 días me ha permitido apreciar mucho más los sabores más empalagosos de este cigarro… no creo que sea algo que mantenga, pero creo que con mantener una reseña para el primer cigarro del día se puede. El segundo tercio aparece a los 20 minutos de fumada y con él se siente un sabor salado y una intensidad ya fuerte que hace al cigarro más cremoso, combinando el café y el chocolate casi perfectamente, con un fondo de regaliz que le da un toque dulce muy agradable.
Mitad del cigarro y comienza a quemar mucho más lento. Me tomó 20 minutos finalizar el primer tercio, pero la mitad llega a los 45 minutos de fumada, y con esta intensidad no me importa que se quiera tomar su tiempo. Por un lado pienso que los 4 días sin fumar me han afectado más, pero por el otro me doy cuenta que el cigarro está bastante fuerte y me parece que es porque la nicotina ya se ha hecho presente. También aparece un sabor de nueces con un componente muy dulce que me recuerda al mazapán.
De mi círculo de amigos fumadores soy uno de los pocos defensores de Alec Bradley, siendo para la mayoría de los demás un cigarro «de relleno» al estilo Rocky Patel y CAO, aunque en lo particular es la marca que más he fumado (12 cigarros distintos) y ninguno me ha salido malo ni me ha parecido plano, siendo este otro de ese lote. Entrando al último tercio los sabores se hacen mucho más complejos y el final perdura largo rato en el paladar. El tiro, perfecto hasta ahora, se torna un poco más apretado, pero es una diferencia minúscula que solo se nota en la cantidad de humo que sale luego de la calada.
Durante el último tercio los sabores se hacen tan fuertes que hasta aparece un toque amargo que domina gran parte de la fumada por un largo momento, pero con dejar el cigarro descansar un rato se le calma. Sin embargo, la nicotina aparece a todo dar y el último tercio se hace un poco complicado de fumar. Al final, el cigarro se disfruta hasta el último punto, pero en vez de querer fumarlo más al final, lo que quiero es dejarlo a un lado y no tocarlo más. Cuando finalmente lo dejo, paso al menos 20 minutos con tembladera, por una combinación de haber pasado 4 días y la gran cantidad de nicotina al final. No obstante, el Post Embargo es un gran Alec Bradley, con una producción un poco más limitada que tantos otros de sus productos, pero que igual compraría en 5-pack para fumar una que otra vez. El año de humidor de verdad ha potenciado los sabores, algo relativamente complicado de lograr entre cigarros centroamericanos.
