Villiger – 125

En el año 2013, Villiger decidió lanzar un cigarro para celebrar nada menos que 125 años en la industria del tabaco. Dado que no son muchas las marcas que se pueden dar ese lujo, la marca decidió que éste fuese el cigarro que llevara la vanguardia de la marca en términos de una nueva tendencia de hacer cigarros a mano. Hasta el momento, una gran mayoría de los productos de la marca eran hechos a máquina, y la idea era que el 125 fuese el líder, aunque no el primero, de una línea de productos hechos a mano que la directiva de la marca estaba empujando. Hoy en día poco ha cambiado y Villiger sigue siendo una marca con un amplio abanico de productos hechos a máquina, mientras que el 125 ha quedado relegado a un producto más dentro de una gran variedad de cigarros de la marca que son hechos en bundles y vendidos a bajos precios.

Pero, al menos en papel, el 125 parece tener una liga interesante, con una capa Habano 2009 de Ecuador sobre capote Jalapa Habano de Nicaragua y tripa Viso Habano de Jalapa y Estelí, ambas nicaragüenses. Esta capa tiene múltiples venas pero es algo oleosa, por lo que brilla por todos lados y como tiene tantas irregularidades, más bien parece escarcha. Sin embargo, se siente rígido y casi diría que duro. Los aromas en la capa son de establo y madera, mientras que en la calada en frío hay notas de pimienta, canela y el mismo establo de la capa. Se trata de un toro 6 x 50, por lo que es hasta esperada esta rigidez, pero el cepo de 50 garantiza, al menos, que no se trata de una fumada que será suave.

Tomando en cuenta que es un cigarro de fabricación nicaragüense y que es hecho por Plasencia, es impresionante lo suave que se siente desde la primera calada. Si bien hay pimienta negra en el retrogusto y un toque en el paladar, no es una sensación abrumadora sino más bien equilibrada. También hay sabores de canela, chocolate y una sensación algo amarga que no es agradable. El retrogusto incluye esa pimienta que no abruma y algo de cuero, pero en términos generales se siente con una intensidad media-baja y una fortaleza que describo con las mismas palabras pero se siente un tanto más suave. El cigarro no quema mal, produciendo una ceniza decente, pero el anillo de combustión no es recto y la ceniza amenaza rápidamente con desprenderse sin mucho aviso. El tiro está muy bien y el humo es abundante.

Pero como muchos cigarros que prometen mucho y tienen un bajo precio, el 125 pierde gran parte de su complejidad y gama de sabores cuando llegamos al segundo tercio. Lamentablemente esa nota amarga que apareció en el primer tercio no forma parte de los sabores que desaparecen, pero sí sucede con los de canela y chocolate, dejando solo esa sensación desagradable, algo de tierra seca y pimienta. El precio de esto es que el cigarro queme bien y la ceniza se sostenga mejor, mientras que el tiro es bueno y el humo es abundante. La intensidad es media-baja y la fortaleza media.

En el último tercio regresan algunos sabores agradables, aunque no a borbotones. Está el sabor a chocolate como el que más le doy la bienvenida de vuelta e incluso hay notas de frutos secos, estas últimas algo más intensas y casi definiendo el último segmento del cigarro. La sensación amarga no se va y es ella la que lleva el protagonismo, haciendo que este último tercio sea medianamente menos desagradable que el anterior, pero no es algo que llamaría una razón suficiente para seguir quemando el cigarro, razón por la cual al cumplir una hora y 10 minutos, pero todavía con algo de fumada por delante, dejo el 125 de lado, ya condenado a no cambiar más. La intensidad y fortaleza se mantienen igual, mientras que el tiro sigue bueno, con humo abundante.

Ciertamente la construcción del 125 fue lo mejor que presentó, con buen tiro y humo profuso, lo que hizo que al menos en las fotos el 125 saliera bien. En ningún momento requirió retoque, pero cigarros que queman bien y no saben tan bien hay muchísimos. El Villiger 125 demostró ser uno más del montón. Las sensaciones amargas son lo que amarga, en todo el sentido de la palabra al cigarro y la experiencia. Aunque es una marca de una producción modesta y si bien no se consiguen en todos lados, este es un cigarro que no hace falta buscar tampoco.

Cocuy: La Capilla Cabeza de Caballo

En mis escasas pruebas de destilados de agave, tanto venezolanos como mexicanos y, hasta donde tengo entendido, de ningún otro origen, me he encontrado con algunos productos muy diferentes y especiales. Hace poco probé un mezcal de la marca Don Amado que se llama Pechuga, porque incluye una pechuga de pollo en la fermentación. Por supuesto, cuando vi que este cocuy se llama Cabeza de Caballo, saltaron todas las alarmas y me recordé de aquella terrible escena en The Godfather cuando Jack Woltz se despierta al lado de la cabeza del caballo (no voy a ponerla, solo búscalo en Google).

Pero la realidad es otra y mucho menos tétrica. La Capilla es una marca creada por Roberto Smith, un venezolano que posiblemente sea más conocido por ser embajador de Venezuela en la Unión Europea, ministro en Venezuela o incluso por ser el papá de Corina Smith.

El hecho es que Smith es larense y se ha preocupado por incentivar la producción del cocuy en Venezuela, pero destacando directamente a sus fabricantes. Por eso, aunque las etiquetas de las botellas pueden no ser atractivas y si tienes más de 40 años pueden ser difíciles de leer (sin lentes no hubiese sabido que había texto ahí), son etiquetas que destacan no solo el proceso de creación del contenido de la botella, mencionan con nombre y apellido al maestro cocuyero y el pueblo en donde es hecho. Así que, efectivamente, Cabeza de Caballo es el nombre de un pueblo. Calma. Ningún animal fue decapitado para la creación de este cocuy.

Cabeza de Caballo es básicamente un caserío en la localidad de Siquisique, en el estado Lara. El cocui trelease usado para este destilado en específico crece salvajemente entre 392 y 946 metros sobre el nivel del mar y es en esa localidad donde es destilado, aunque primero fue cocido en horno de tierra y luego molido con molino de piedra, luego prensado, fermentado con agua natural de pozo y después destilado en alambique de cobre. Finalmente es reposado en botellón de vidrio en una bodega edificada en 1796 y ubicada donde se encuentra la capilla que le da nombre al cocuy.

El maestro cocuyero de este cocuy se llama Gerardo Cabrera y el contenido parte de una cosecha realizada el 1 de mayo de 2022. Dado que la producción es tan limitada, solamente salieron 488 botellas, de la cual la que tengo en mis manos es la número 45. El cocuy es embotellado a 42% de alcohol.

El Cabeza de Caballo es perfectamente transparente en copa, destacando un aroma de agave fresco pero muy herbáceo, con notas de sábila y grama recién cortada, pero también notas melosas que me recuerdan al caramelo y cítricos como cáscara de limón amarillo.

En boca es igualmente meloso, al menos en sensación densa pero ligeramente dulce. Si bien hay un sabor acaramelado, no es tan dulce como pensaría, o quizá es porque esa nota de cáscara de limón amarillo es igualmente apreciable en boca y su intensidad supera la dulce, aunque hay varios matices de dulzura que incluyen también algodón de azúcar y notas afrutadas dulces. En el retrogusto es principalmente cítrico pero también destacan notas ahumadas y de la parte aromática de la pimienta, aunque sin estornudar.

Entre las marcas de cocuy que he probado, siempre existe el «miedo» a conseguirte algo más del común denominador, aunque en realidad he descubierto que no existe un común denominador per se… todos los cocuy que he probado son sorprendentemente distintos y aunque todos tienen esa cualidad ahumada, son pocos los que se parecen. Sin embargo, quizá el miedo más grande con La Capilla es su precio y cuando vas a desembolsillar la cantidad de dinero que llega a costar cada botella, realmente ese miedo a que sea un cocuy común es muy grande.

Si necesitas un empujoncito, que sea este: La Capilla Cabeza de Caballo tiene los sabores que hacen del cocuy un destilado muy interesante. El Cabeza de Caballo quizá no sea el más atrevido de la marca y es (para mí) el más «predecible», aunque eso va muy de la mano con el hecho que sabía que iba a ser bueno y lo fue. No tiene sabores inesperados ni busca apostar a un nuevo estilo, sino que está dirigido a quien le guste el cocuy. Hay otros de precios distintos, pero dado que todos los cocuy son diferentes, este no te dejará indiferente.

Ficha Técnica:
Fabricante: N/D
Nombre del Agave: Cabeza de Caballo
Marca: La Capilla
Origen: Venezuela
Materia prima: Agave cocui trelease
Precio: $60
Densidad alcohólica: 42%
Puntuación: 87

H Upmann – Vintage Cameroon

Hay ocasiones en que tan solo la descripción de un cigarro por parte de la marca evoca sentimientos que te hacen prácticamente saborear el tabaco antes de tenerlo en tus manos. Se trata de escritos realizados por redactores de calidad, experimentados y muy profesionales, que despiertan los sentidos con el simple hecho de leer la descripción de las hojas que componen el cigarro, los sabores que la marca promete y la experiencia en general. Quien haya escrito la descripción del Vintage Cameroon de H. Upmann, ciertamente no es una de estas personas. La descripción de marca de este cigarro fácilmente puede intercambiarse con un whisky Macallan, de esos que dice mucho y al mismo tiempo no dice nada. «Una fumada completamente vintage», «la leyenda sigue viva con este cigarro», «la mano de obra sin error típica de Upmann», «un perfil de matices sabrosos». En fin, este Vintage Cameroon, aunque no describa mucho, al menos es llamativo, cubierto en una lámina de cedro y con colores clásicos.

El cigarro vino como parte de un sampler de H. Upmann que adquirí, pues tenía cigarros de la marca que ya me han gustado, pero en vitolas distintas y no quería comprar un 5-pack de ellos. También venían algunos cigarros que no había probado, como este. La marca no define de dónde proviene la capa Cameroon de este cigarro, pero los aromas que desprende son únicamente de cedro, ciertamente porque la lámina de cedro que trae alrededor cundió todo de su aroma. Después de picarlo con la guillotina en V los aromas de la calada en frío son de madera seca y notas de caramelo, vainilla y establo.

El Vintage Cameroon comienza con buenas y copiosas cantidades de humo, sabores de intensidad media desde el inicio, con una buena variedad que incluye notas dulces de miel, madera y tierra mojada, con un retrogusto que incluye nueces y un toque de pimienta. Estos sabores se van fundiendo a lo largo del primer tercio y aunque el de tierra se va diluyendo, son los de nueces y miel los que se mantienen en la vanguardia. También hay notas secundarias de madera de roble y cuero, con la dilución del sabor de tierra. La ceniza se sostiene muy bien y el anillo de combustión es casi recto, aunque lleva una tendencia a ser diagonal, pero no es algo que requiera toques técnicos. El tiro es algo irregular, pero masajes constantes con los labios a la hora de darle la calada parecen corregirlo. La intensidad es media, con una fortaleza media-baja.

Queda claro que hice bien en no retocar la quemada, pues para el segundo tercio ya se corrigió sola. Los sabores no cambian mucho con respecto al tercio anterior, pero sí llevan la misma tendencia de diluir por completo el sabor de tierra hasta desaparecerlo y darle mayores toques de intensidad a las nueces y la miel, mientras que en el retrogusto es donde se encuentran los mayores cambios, con notas de nuez moscada y pimienta. Con excepción de los sabores del retrogusto, no puedo decir que hayan nuevos sabores o matices, pero al menos la fumada es agradable, aunque algo larga por las amplias dimensiones de este belicoso, que apenas si es un 6 1/8 x 52, se siente como si tuviera un cepo mucho mayor. La intensidad sigue en media, con una fortaleza ligeramente por encima de donde estaba en el primer tercio, pero no suficiente para dar el paso a media.

En el último tercio el Vintage Cameroon parece haber perdido la pimienta del retrogusto, pero es sustituida por matices de canela, lo que hace que el cigarro se sienta posiblemente más dulce de lo que era hasta ese momento. Si tomamos en cuenta que los sabores son todos de un perfil dulce, el último tercio del cigarro se siente realmente empalagoso y en lo personal no es lo que más me gusta. Los sabores son de nueces, miel, madera, cuero y la canela que mencioné, pero son esos sabores que no tienen la característica dulce (madera y cuero) los que menos se sienten. Hay ocasiones en donde aparecen notas de pimienta roja en el retrogusto, pero no son regulares y por ello no digo que es un sabor permanente. En términos de construcción se comporta muy bien, pero la fortaleza y la intensidad se mantienen iguales. Al cabo de una hora y 50 minutos, este Vintage Cameroon llega a su fin.

Si lo que buscas es un cigarro con sabores agradables y buena quemada, el Vintage Cameroon es ciertamente un cigarro que puedes considerar. Creo que es lo que todos buscamos en un cigarro, pero también a veces buscamos ese aspecto memorable de una fumada y el Vintage Cameroon lamentablemente no ofrece eso. Es un cigarro bueno, con sabores agradables, pero no tiene un gran factor diferenciador con respecto a muchos otros en el mercado. Al principio pensé que quien había escrito esa descripción no solo no había fumado el cigarro, sino que posiblemente no fuese un fumador. Ahora no estoy tan seguro, porque aunque no tengo nada negativo que decir de él, tampoco es un cigarro que celebraría. Si te causa curiosidad probar una nueva liga con capa Cameroon, esta es una buena alternativa y por un precio que ronda los $7 por unidad, creo que es de las mejores alternativas.

Romeo y Julieta – 1875 Nicaragua

En realidad pareciera que cada 15 días aparece un nuevo cigarro de Altadis con la marca Romeo y Julieta, H. Upmann, Montecristo o alguna otra de origen cubano y de poco movimiento. Ante el relativo poco movimiento de estas marcas hace unos 8-10 años, es increíble como en años recientes parecen haber múltiples productos con nombres muy parecidos y ligas distintas, que si bien pueden ser buenos, a veces son confusos. Solamente con el nombre de AJ Fernandez en la línea H. Upmann hay como 3 productos y en Romeo y Julieta hay como 4. Curiosamente, este no es de AJ Fernandez, pero es un puro nicaragüense y es hecho en la fábrica de Plasencia Cigars en Estelí. Precisamente, todas las hojas que lo conforman son Habano de Nicaragua.

Este cigarro me lo consiguió la gente de Vitola Cigars Shop, ubicados en Maracay (Venezuela) y desde el principio dudé si se trataba de un cigarro de capa Connecticut, porque por supuesto no fue sino hasta que lo encendí que investigué un poco sobre él. También pasa que en Venezuela estamos en época de sequía y la grama del jardín no tarda mucho en ponerse amarilla, lo cual contrasta muchísimo con los tonos verdes oscuros que teníamos hace unos meses. Esta grama amarilla se refleja en el cigarro y al haber menos contraste, se nota más clara. Pero el cigarro tiene una construcción aparentemente muy buena, con una capa casi lisa, con excepción de pequeñas protuberancias y venas, pero notas muy sutiles de madera, que se repiten en el pie y le añaden apenas algo de musgo. En la calada en frío hay notas suaves de pimienta y canela, pero algo más fuertes de madera.

Aunque el 1875 de Romeo y Julieta ha estado en el mercado durante muchos años, ya su fórmula original ha entrado un poco en desuso, con varios fanáticos que todavía apuestan por él, pero una gran cantidad de nuevos fumadores que piensan que su liga es demasiado básica y en realidad no sabía qué esperar antes de encender este cigarro, pensando que mantendría un perfil similar al del original o si era algo completamente nuevo y desde la primera calada tampoco quedo muy convencido de qué se trata, pues tiene una buena cantidad de pimienta que hace que me pique la garganta, pero no mucho más. A lo largo del tercio sí aparecen notas adicionales, un poco más dulces pero no tan protagónicas y notas suaves de café y paja. La intensidad durante el primer tercio es media, con una fortaleza de suave a media.

En el segundo tercio no hay grandes cambios de sabor, pero los existentes toman un toque algo más tostado, lo que hace que ese sabor dulce que se hacía cada vez más intenso en el primer tercio, adquiera una nota como de caramelo en este segundo segmento. En este tercio los sabores son más intensos y cremosos, en parte por esa nota tostada que le da mejores matices, pero también porque la fortaleza aumenta un tanto y empuja la intensidad de los sabores de crema, caramelo, café, grama y algo de madera que viene desde el fondo y es a partir de la mitad que se hace plenamente notable, y la sensación de piquiña en la garganta ya parece haber desaparecido. Con excepción del anillo de combustión, el 1875 Nicaragua se está comportando muy bien.

En el último tercio el cigarro se me cae un poco, no porque lo haya dejado caer, sino porque la emoción y expectativa que tenía por él parece desvanecerse un poco. Los sabores dulces desaparecen y con ellos la mayoría de la intensidad de sabor, y para más inri, la nicotina se hace mucho más presente, lo que hace que la experiencia no sea tan agradable y termine espaciando más cada calada y, a su vez, el cigarro simplemente se apague solo. Cuando marco una hora y 20 minutos, este 1875 Nicaragua llega a su fin, con buena ceniza aunque no tan buen quemado, que seguramente fue porque no le estaba dando las caladas que debía.

Cuando un cigarro tiene tanto tiempo en el mercado como el 1875 de Romeo y Julieta lo tiene, es normal que sea pasado por alto por consumidores que buscan algo distinto, especialmente si tenemos en cuenta que ese original es de esos que crearon en República Dominicana con sabores que imitaban al tabaco cubano original. Los consumidores actuales ya buscan otros sabores y no están tan pendientes de un cigarro que imite el sabor de otros, pues con la disponibilidad relativamente fácil de tabaco cubano, pues no hace falta otro. Seguramente teniendo esto en cuenta, Romeo y Julieta creó un nuevo producto bajo la línea del 1875 que recree el estilo de intensidad y fortaleza media del original, pero con el nombre y las hojas de Nicaragua, que parecen ser las que gran parte de este nuevo público están buscando. El resultado es un cigarro similar al 1875 en su suavidad y sutileza, que no tiene los sabores tan típicos del tabaco nicaragüense, pero que funciona como una alternativa al 1875 original. Me parece acertado no hacer otro cigarro típicamente nicaragüense con toneladas de pimienta y más parecido al original, aunque la mayoría de quienes lo prueben posiblemente se sientan defraudados por esa diferencia. Solo espero que primero lean esta reseña para saber qué esperar y qué no.

Room 101 – Farce Maduro

La verdad es que voy a ser el primero en admitir (al menos en este blog) que las distintas facetas de la línea Farce de Room 101 ya me están confundiendo. Originalmente apareció el Farce, que luego identificaron como el Farce Habano y hoy en día es conocido como el Original. Después apareció el Farce Connecticut y eso estaba bien pues eran distintas muestras de una sola línea. El problema es que cuando compré este cigarro, era el Farce Estelí y un poco tiempo después llegó uno llamado el Farce Nicaragua. Pero luego de buscar más información sobre este, descubrí que actualmente se llama Farce Maduro. Es fácil confundirse y la marca no ayuda.

Como su nombre, o al menos el nombre que le puse en la reseña lo indica, este cigarro tiene una capa madura; específicamente es San Andrés mexicana, sobre un capote Sumatra ecuatoriano y tripa de Nicaragua y Estados Unidos, siendo Connecticut Broadleaf y Pennsylvania Broadleaf. Sin duda tiene más sentido que se llama Farce Maduro, pues de Nicaragua solamente tiene una hoja de la tripa. Se trata de un toro de 6 x 52, aunque en realidad se siente de mayor diámetro. Tampoco es un cigarro especialmente atractivo, con numerosas venas e irregularidades a lo largo de todo el cañón. Esta capa no tiene tantos aromas como esperaría, pero destacan notas suaves de chocolate y madera, pero no mucho más. En el pie no hay notas muy distintas y es solo cuando lo pico y le doy una calada en frío que aprecio chocolate, café, pimienta, madera y algo de establo.

El lugar donde disfruto de este cigarro no es mi lugar habitual, pero espero que se convierta en uno de ellos, pues el ambiente se presta mucho para disfrutar de un buen cigarro. El Farce Maduro comienza con fuertes dosis de pimienta, que se sienten en garganta, lengua y nariz, acompañado por notas más suaves de madera de cedro, chocolate y notas saladas. El anillo de combustión se comporta muy bien y durante el primer tercio no me toca soltar la ceniza ni una sola vez. La pimienta se torna un poco abrumadora cuando supero la mitad del primer tercio y me obliga a dejar el cigarro a un lado durante un rato, lo que me lleva a tomar agua gasificada y simplemente sobrevivir el tercio. La intensidad es media-alta, al igual que la fortaleza.

En el segundo tercio la ceniza mantiene su tendencia a quedarse sobre el cigarro y dado que no estoy en una terraza, agradezco que se mantenga inmóvil. En el segundo tercio el Farce Maduro se siente más lineal y menos complejo, lo cual no es un punto a su favor. En efecto, esos sabores variados que venía sintiendo en el primer tercio y que fueron eventualmente opacados por la intensidad de la pimienta, parecen haber desaparecido bajo ese manto en el segundo tercio. La pimienta es el sabor principal de este tercio, con alguna que otra nota de corta duración a cedro y establo, pero la fortaleza se coloca en media-alta a fuerza de pimienta únicamente, con una intensidad media, que a veces llega a media-alta, pero nuevamente en un solo sabor. Afortunadamente quema bien, así que no todo es malo.

Hay pocos cambios en el último tercio y esto sucede principalmente porque la intensidad de la pimienta sigue siendo abrumadora, pero lo que logro percibir es que la madera se siente como entre vieja y mojada, pero no mucho más sucede. Realmente, después del punto medio del cigarro me di cuenta que, con excepción que ocurriera un milagro, el Farce Maduro no iba a cambiar mucho. Esto lo supe principalmente porque fue un 5-pack lo que adquirí y no es el primero que fumo. Luego de casi dos horas de fumada, el Farce Maduro llega a su fin, con una intensidad media-alta y una fortaleza alta, en gran parte gracias a un chute de nicotina que presenta.

Pero aunque la experiencia no fue del todo positiva, la intensidad de la pimienta hace del Farce Maduro un maduro distinto, que no presenta esos sabores tan típicos a chocolate y notas dulces, sino que se comporta como un cigarro para tomarse fotos. Casualmente, he descubierto que la coca cola funciona de maravilla tanto con comidas como con tabacos que son muy picantes y la experiencia con este se hizo notar. Insisto, no es el primero que fumo y la gasificación del paladar junto con las notas picantes hacen de esta experiencia una gran mejoría vs. lo que es fumarlo solo. Con un ron fuerte también mejoró la experiencia, pero con refresco de cola es difícil de superar, en realidad. No obstante, no es un cigarro cuya compra repetiría y me hace ser un poco más reacio a seguir adquiriendo productos de la línea, aunque por ahí tengo otro Farce distinto, este de anilla azul clara. En medio de todo me pica un poco que una de las razones prevalentes por las que califico bajo a los cigarros de capa madura es que son demasiado suaves para los sabores que presentan. En este ocasión es porque es demasiado fuerte y opaca a la mayoría de los sabores. Ya veremos qué tal resulta con el siguiente, pero de momento, esta no ha sido la mejor.

Whiskey: Evan Williams Bottled in Bond

Heaven Hill es una de las destilerías más grandes del mundo, teniendo en cuenta que es una larga lista en la que todas son grandes, no es de esperarse pues hay varias marcas de bourbon en Estados Unidos y no todas tienen destilería propia. Heaven Hill está ubicada en la ciudad de Bardstown, en el estado de Kentucky, y produce destilados para marcas como Elijah Craig, Pikesville, Parker’s Heritage, Larceny, Old Fitz y Evan Williams. Actualmente es la quinta destilería más grande en Estados Unidos y tiene el segundo inventario más grande de destilación de bourbon, alcanzando un millón 600 mil barriles.

Cuando un whiskey menciona en su etiqueta que es Bottled in Bond, o BiB como se le conoce también, debe cumplir ciertas normativas que incluyen estar añejado al menos 4 años, debe ser producto de la destilación de una temporada, debe tener 50% alcohol (100 proof) y debe ser añejado en un galpón avalado federalmente.

Este Evan Williams BiB comienza con notas muy agradables y dulzonas, que recuerdan a caramelo, azúcar morena, miel, vainilla y marshmallows que haces al fuego. También tiene notas florales y malteadas e incluye una nota de mantequilla de maní, esa que tiene trozos de maní adentro. Hay algunas notas más suaves de naranja, cerezas, manzana horneada y maíz tostado, o más como el pan de maíz que comen los americanos (cornbread).

En boca es sorprendentemente franco, con sabores muy similares a sus aromas, incluyendo toques dulces de caramelo, vainilla, cereza e higo, pero son los sabores de origen dulce los que más destacan, incluyendo también ciruela, nueces y madera. Hacia el final me encuentro con azúcar morena, manzana roja, canela y nuez moscada. En el retrogusto hay notas de caramelo, marshmallow, cacao y cáscara de naranja tostada.

Para ser un bourbon con 50% de alcohol, es sorprendente lo dulce que resulta en boca, con sabores que están bien equilibrados y una nota alcohólica que no sorprende tanto como esperaba. Es fácil tomarlo seguido pero peligroso también. He probado otros bourbon con 45% de alcohol que se sienten mucho más fuertes en boca. Por su precio es difícil superarlo, siempre que tengas en cuenta que no es muy complejo, precisamente porque no está añejado mucho tiempo.

Ficha Técnica:
Fabricante: Heaven Hill Distillery
Nombre del Whiskey: Bottled in Bond
Marca: Evan Williams
Origen: Bardstown, Kentucky
Edad: más de 4 años
Precio: $18
Densidad alcohólica: 50%
Puntuación: 86

A %d blogueros les gusta esto: