Comenzando por Instagram, hace un par de años noté que me seguía e interactuaba en mis publicaciones un seguidor llamado @el_viejo_continente_ a quien comencé a seguir y me llamó la atención que se trataba de una marca fabricada en Nicaragua pero vendida principalmente en Europa. En mi infinita ignorancia pensaba que eso no se estilaba; es decir, que las marcas centroamericanas primero venden en USA y luego se atreven con Europa que, aunque es un mercado menor, tiende a ser bastante selectivo con las marcas y los productos. Nada más me bastó ir a Madrid y darme cuenta de mi error, pero esto fue antes de ello. Sin embargo, fui a Madrid, compré un par de sus productos (habano y maduro) y al regresar a Miami entré en una tienda y vi nuevamente sus productos. Gran sorpresa y luego me dijo su dueño que se consiguen en Neptune Cigars. Pero el hecho es que hace cuestión de un mes y medio tuve la oportunidad de entrevistar a Daniel Guerrero, dueño y creador de El Viejo Continente y aunque no voy a entrar en detalles de la entrevista aquí (debe estar disponible en mi Instagram), sí puedo hablar del cigarro.

Recuerdo cuando compré el cigarro que le escribí a la marca por Instagram preguntando qué fue lo que compré, pues en la factura no especificaba y la verdad es que el carácter tan claro de la capa me hacía pensar que se trataba de un cigarro Connecticut, pero me aseguraron que era de capa habano, y en realidad quién soy yo para cuestionarlos? El cigarro tiene aromas interesantes en la capa, que incluyen galletas María y dulce de leche, no la versión argentina sino la venezolana que no es tostada y se asemeja más a leche condensada en estado sólido. También la capa desprende aromas de vainilla y chocolate. En la tripa se aprecian otros aromas muy distintos, que incluyen madera, pimienta, cuero y azúcar morena. Por último, en la calada se aprecian menos aromas, pero incluyen una nota especiada, pimienta y madera.

El Habano enciende rápidamente y bastante uniforme, aunque es en este momento que el cepo de 56 de verdad destaca. Los sabores no se hacen esperar mucho, aunque las primeras caladas son escasas de sabor pero al cabo de unas 3-5 caladas ya desprende sabores a madera y dulce, que este último no se siente muy definido sino genérico. Estos dos sabores se mantienen como los únicos hasta la mitad del primer tercio, cuando hago la foto, en donde se aprecian notas de galletas María como las sentí en frío y tierra mojada más hacia el final del segmento. El retrogusto es suave de pimienta y más fuerte de vainilla, cosa que fue una de las más sorprendentes, pero muy agradable la fumada, con un anillo de combustión perfecto y el humo abundante.

Para el momento que ya tengo que quitarle la anilla el anillo de combustión se comprueba como prácticamente perfecto. Aunque este tema de la anilla y el hecho que el cigarro no es especialmente grande me hace duda por un momento de dónde exactamente es el segundo tercio y cuál es el punto medio, aunque en verdad lo que hago es obviarlo y marco solamente los puntos destacados del segundo tercio, que incluyen un intercambio en intensidad de los sabores dulces y de madera, la desaparición del sabor de galletas María en el cigarro y la inclusión más aparente de la pimienta en el perfil. La vainilla también aparece como un sabor en el paladar y ya no en el retrogusto, donde estaba en el primer tercio y en este se mantiene también. Pero también el retrogusto incluye madera y nueces.

Finalmente en el último tercio el Classic se simplifica bastante, a diferencia de muchos cigarros que concentran sus sabores en el último tercio, este lo que hace es deshacerse de varios y concentra toda su intensidad, que sí es más fuerte, en sabores de nueces, madera y pimienta. Mantiene este intensidad y simplificación hasta el final de su fumada, lo cual aparece a unos 80 minutos después de encenderlo. El anillo de combustión se mantuvo perfecto y el humo siempre fue abundante, con un tiro casi perfecto.
El casi se debió, y no puedo dejar de decirlo, a que en la capa tenía una raja importante muy cerca de la perilla, que afectó la fumada desde el principio pero que afortunadamente la misma anilla del cigarro mantenía en su punto. Una vez que le quité la anilla tuve que ponerle algo de cinta al cigarro, sabiendo que la quemada no llegaría hasta ahí, y si llegaba ya la quemaría, pero el hecho es que aunque no pareció afectarlo en términos de tiro y sabores, sí lo afectó en temas de estética y comodidad al fumarlo. Salvo ese detalle, el Classic de El Viejo Continente fue una gran fumada, mucho más suave de lo que esperaba siendo nicaragüense, pero casi lo justo siendo español. Sin duda una fumada que voy a buscar nuevamente.

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