Entre tantos cigarros cuyos nombres rinden homenaje a algo o alguien, sea una persona, un lugar, un hecho histórico, una creencia o cualquier otro tema, un cigarro que rinda homenaje a un museo creo que es algo bastante diferente. Pero precisamente eso es lo que Abdel Fernández tenía en mente cuando creó el Bellas Artes en 2016, queriendo rendirle homenaje al museo de bellas artes de La Habana. Dos años después decidieron lanzar la versión maduro del cigarro, con una capa Mata Fina maduro brasileña sobre capote San Andrés mexicano y tripa de las fincas de Abdel en Nicaragua. Aunque hoy en día el capote San Andrés es relativamente común, en 2018 nadie lo estaba usando.

El Bellas Artes «natural» lo probé hace casi 3 años y me pareció un cigarro muy normal para AJF, aunque la experiencia fue buena, lo cual confieso que fue uno de los factores determinantes para adquirir un 5-pack de este maduro. También tuvo mucho que ver el hecho que el año pasado este cigarro apareciera en varias listas de los Top de año. Yo quería comprar robusto, pues fue la vitola que salió premiada, pero como fui a medias con un amigo que quería el gordo, quedamos a medias con el toro y la compra fue el pasado noviembre, por lo que el cigarro ya cuenta con casi 8 meses de guarda. La capa es la típica capa brasileña madura, oscura, algo oleosa y bastante corrugada. Sin embargo, se siente ligeramente esponjoso y liviano, lo cual no ayuda mucho. Los aromas en la capa son suaves, con toques de tierra y café y muy suave de pimienta, pero luego de picarlo (doble hojilla hoy) demuestra un tiro bastante suave y sabores sutiles de chocolate.

Las primeras caladas del Bellas Artes Maduro entregan exactamente lo que prometía en frío: chocolate, pimienta y tierra, pero es el chocolate lo que domina al principio para luego ser acompañado de los otros dos en el liderato de sabores. A mediados del primer tercio me veo obligado a darle un toque de fuego en la capa pues tiene un vértice bastante afilado en una de las esquinas, haciendo que prácticamente llegue al segundo tercio cuando todavía estoy a mediados del primero por el otro lado. Gracias a esta desviación de la quemada trato de no ilusionarme con una ceniza larga y simplemente la dejo caer en lo que alcanza una cierta altura dentro del primer segmento, y lo curioso es que al dejarla caer aparecen sabores nuevos, o al menos matices de chocolate que relaciono más con cacao en polvo que con chocolate per se. En el retrogusto hay una buena cantidad de pimienta, potente pero no abrumadora.

En el segundo tercio la pimienta se siente más potente, pero quizá la palabra correcta es invasiva, pues aparece en el paladar y tengo una sensación seca en la garganta, lo cual hace que no sea una fumada tan agradable, cosa que no dura mucho por suerte. De resto no hay demasiados cambios en este tercio, razón por la cual no hay una foto de la mitad del cigarro. Afortunadamente el chocolate se sigue sintiendo rico y abundante, mientras que la tierra sigue disponible, aunque claramente en segundo lugar. La intensidad del cigarro es media y la quemada es bastante uniforme, mientras que el cigarro quema con una lentitud que me gusta mucho, sobre todo para acompañar el cigarro con una copa de ron con una piedra de hielo. Creo que el Botran 15 de Guatemala sería una excelente combinación con este cigarro.

Para el último tercio se comienza a hacer más fuerte, en parte porque el sabor de tierra adquiere una propiedad más seca y la pimienta se siente más leve, o menos invasiva, volviendo a ser más apreciada en el retrogusto que en el paladar. El sabor se va haciendo más robusto y denso en cada calada, e incluso aparecen sabores nuevos que relacionaría más con una capa madura, como pasas y ciruelas. Sin embargo, al cabo de una hora y 40 minutos el Bellas Artes Maduro llega a su fin, con una quemada bastante pareja, que al final volvió a demostrar esa tendencia a hacer vértices en la quemada y cuando pensaba que aún me quedaban unos 15 minutos de fumada se hizo uno que me quemó el dedo. Lo aguanté como pude y al menos un par de minutos más le saqué antes de dejarlo.
El Bellas Artes Maduro se comportó como casi todos los maduro lo hacen, con sabores sencillos y una densidad interesante, pero no más sabores que en su versión natural, o al menos este no. Sin embargo, he probado otros maduros que destacan sabores más llamativos y en este lo más llamativo fue simplemente matices de chocolate con pimienta, que sí son muy buenos, pero puedo pensar al menos en 5 cigarros distintos que los presentan. El Bellas Artes Maduro no deja de ser un cigarro muy bien construido, con algunos detalles que estoy seguro no serán recurrentes en una próxima fumada (porque la construcción de AJF rara vez da problemas), con buenos sabores y matices, pero no parece ser un cigarro que ofrezca un elemento diferenciador o un sabor único, como es el caso con muchos de los AJF más famosos. Por un momento esperaba que este estuviera a la altura de ellos, pero insisto, no deja de ser un buen cigarro y es uno que disfrutaré acompañando un buen ron, pues ahí sí creo que tengo una excelente opción para sacarle el mayor provecho al cigarro.

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