Poco sabía yo de James Brown, el creador de Black Label Trading Company, creadores de este cigarro, más allá de saber que también tiene una segunda marca más «atrevida» que llamó Black Works Studio. Pero la verdad es que casi todo lo que he probado de BLTC me ha gustado. Esta empresa nació después que James Brown tuviera una pequeña compañía que hiciera tours en 4×4 por Centroamérica, partiendo desde Costa Rica y pasando por Nicaragua, en donde siempre visitaba las fábricas y plantaciones de tabaco. Mediante sus relaciones, a veces compraba tabaco que vendía a través de sus tours. Pero llegó el punto que recibió tan buenas críticas por estos tabacos que decidió dedicarle más tiempo y así nació la marca. Poco tiempo después, con el fin de controlar mejor la producción, compró una fábrica y ya estamos actualizados.

La marca tiene una serie de productos base que han sido parte de la marca desde sus inicios en 2013. Estos productos se llaman: Royalty, Benediction, Salvation, Redemption, Lawless, y Last Rites. Solamente he probado el Salvation y me gustó mucho, aunque he probado otros de BLTC que no son esos. Así que ahora vamos con este que tiene una capa Corojo ecuatoriana con una nota oleosa sobre sí, con pocas venas y se ve medianamente lisa. Entre la capa y la calada en frío aprecio aromas de madera, pimienta, cuero, tierra y vainilla.

El Royalty comienza con sabores dulces, además de un buen componente de café con crema y canela, con un tiro muy bueno y abundante humo denso. El anillo de combustión tiende hacia la rectitud, con uno que otro tropiezo que no requiere intervención, pero no deja de llamar la atención que va muy bien, cosa que siempre es una lotería con las marcas boutique, pero en los últimos años he notado que estas marcas están haciendo productos de excelente calidad continuamente, en gran parte porque las marcas más grandes les apoyan en su fabricación; aunque no es el caso de BLTC, sino que se han creado su propia imagen y calidad.. Hacia finales del primer tercio se aprecian notas florales.

Los sabores mejoran en el segundo tercio, no porque estuvieran mal en el primero, pero hay un cierto grado de complejidad ahora que no existía antes y también sabores adicionales, que ahora son de pimienta, canela, dulce, cuero, madera, café y nueces. En cierto modo este cigarro fue un cambio, pues vengo esta última semana probando los cigarros de San Luis Cigars y un par de compañías más que me contactaron para que probara sus productos, y este Royalty es un cigarro que ya tenía en mi humidor y que me llamaba la atención probar tan solo para irme por una marca más boutique. Sin duda el cambio es necesario y siempre bueno. No porque con las pruebas me haya ido mal, para nada, sino porque hay un cierto factor sorpresa de sabores y matices diferentes.

En el último tercio los sabores no son muy diferentes al segundo, pero sí hay mayor intensidad y densidad de ellos, donde el cigarro se convierte en el típico «flavor bomb». Los sabores de nueces se convierten en maní y hacia el final en mantequilla de maní y constituyen el sabor más fuerte del cigarro, pero siguen presentes los de pimienta, canela, cuero y madera, con un manto muy cremoso. Al cabo de una hora y 25 minutos el Royalty llega a su fin.
Como mencioné antes, fumar este cigarro constituyó un cambio de los cigarros más «comerciales» que he estado fumando últimamente por los compromisos con amigos de tiendas. No obstante, no fue una fumada mejor ni peor que las demás, sino tan solo diferente y una oportunidad para pausar los sabores más predecibles, porque en las marcas más comerciales siempre sabes que la experiencia va a ser positiva o con tendencia positiva, mientras que con estos boutique, es diferente y luego ya verás si es buena o no. Pero siempre es bueno cambiar de ambiente y probar algo que no has probado antes. El Royalty es un ejemplo más de la calidad de BLTC, que siempre voy a fumar con gusto y un excelente cigarro del que podría comprar más.
