Para el tercer producto de Plasencia con el prefijo Alma, la marca se dirigió a la isla de Ometepe, donde existen dos grandes volcanes y tierras que producen un tipo de tabaco muy típico. Alma del Fuego hace alusión a la intensidad del cigarro, pero no solo porque sea fuerte, sino que además la capa procedente de la región nicaragüense de Jalapa, le da un toque dulce al cigarro mientras que el resto de la liga le da notas afrutadas, cítricas y picantes. En total, alrededor del 75% de la liga proviene de Ometepe.

El cigarro fue un obsequio de los amigos de San Luis Cigars, con quienes he mantenido una relación bastante buena y siempre tienen cigarros espectaculares. La capa de este Alma del Fuego se siente gruesa, casi maleable y, aunque me parece una exageración que sean tres anillas las que lo adornan, el cigarro se siente muy bien construido, sobre todo por lo rústica que se ve la hoja. Tiene venas pequeñas pero abundantes y no es nada liso, sino que se siente más como un papel de lija. Tiene aromas ligeramente dulces y picantes, sin llegar a definir alguno. El pie cubierto repite esas sensaciones y la calad en frío ofrece distintos niveles de flujo de aire con sabores dulces de manzana, café, tierra y una cantidad mínima de pimienta.

Las primeras caladas del Alma de Fuego no son tan «fuego» como su nombre me haría pensar. Sí hay una sensación importante de tabaco negro y fuerte, pero se siente más como ese golpe de pimienta que sueles sentir cuando tienes varios días sin fumar. Si eres de los que le gusta hacer retrogusto, desde el principio vas a estar impresionado con esa intensidad. La ceniza se cae bastante rápidamente y al tiempo que se cae aparece un sabor como de notas florales que complementa un primer tercio dominado y prácticamente solamente protagonizado por la pimienta, aunque distintos tipos de ella, y la fuerza del tabaco.

En el segundo tercio se establece que el cigarro es de alta intensidad, pronunciando más esa fuerza y abundancia de la pimienta, pero también permitiendo la aparición de sabores minerales como de tierra, aunque sutil y sin superar a la pimienta. El sabor típico que suelo caracterizar como corteza de carne a la parrilla aparece en este tercio también y el retrogusto sigue siendo de pimienta, pero ya parece más como pimienta blanca, mucho menos fuerte. La ceniza mantiene su misma tendencia a no mantenerse largo rato, pero el tiro y la densidad del humo siguen siendo muy buenos. El cigarro quema un poco más rápido de lo que quisiera pero sus sabores compensan el detalle.

El último tercio de la al Alma de Fuego un toque más de complejidad y definición de sabores, que no le hacía falta pero es muy agradable igualmente. La intensidad está en el mismo punto que el tercio anterior, pero se siente muy equilibrado. Los sabores de pimienta y tierra siguen controlando el cigarro, pero en la lengua se sienten notas picantes como de pepperoncino, pero eso puede ser invento mío. Según la página de Plasencia, los sabores incluirían toques cítricos por sus hojas de Jalapa, pero la verdad es que no las encontré por ningún lado. La quemada se mantiene muy bien pero más lenta a partir de la mitad y hace que el tiempo total de fumada haya alcanzado las dos horas, que disfruté bastante.
Al igual que el Alma Fuerte, el Alma del Fuego me impresionó, por lo que puedo decir que la serie Alma me ha gustado bastante, aunque según Plasencia esta incluirá 5 cigarros distintos. Pero de dos, llevo dos. El Alma del Fuego es un cigarro impresionante en términos de equilibrio, permitiendo que el tabaco de Ometepe se destaque y presente toda su gama de sabores sin dominar la fumada, mientras que la complejidad nunca me hace pensar que se diluye, sino que va mejorando de una calada a la siguiente. En términos técnicos también es espectacular, sin presentar problema alguno, incluso siendo un box press, que suelen darme temas, sobre todo en el anillo de combustión. Muchísimas gracias nuevamente a San Luis Cigars por ofrecerme una tremenda opción, una que se destaca en mi lista de los Top de este año, seguramente.
