La marca JC Newman existe desde finales del siglo 19, creada por Julius Caesar Newman (el mismo por el que Diamond Crown llamó a su cigarro estandarte) en Cleveland y luego en Tampa. En 2009 la familia Newman comenzó a producir los cigarros en Estelí, Nicaragua, queriendo recrear la marca Brick House, originalmente lanzada en 1937. Por mi parte, en mayo del año pasado tuve la oportunidad de visitar Atlanta y, junto con mi cuñado, visitar un par de lounges para fumadores. En uno de ellos, por aquello de no querer fumar lo que acababa de llegar por correo, decidí fumar uno de la tienda, este. Me gustó tanto que decidí comprar un 5-pack en la siguiente compra y aquí está. Tiene en mi humidor desde principios de septiembre.
Afortunadamente conseguí la vitola robusto de 127 mm x 54, quizá mi tamaño preferido hoy en día, aunque el robusto ya varía tanto de marca a marca, que es difícil adherirse a unas dimensiones particulares. La anilla es prácticamente idéntica a la del natural, pero incluye una anilla adicional que dice MADURO. La textura es muy corrugada, carece de oleosidad y es bastante rígido, pero eso no es problema. Una vez picado, el tiro se siente un poco apretado, lo cual me da un poco de miedo, pues los otros que he fumado han estado más sueltos. A propósito de eso, este es el tercero que me he fumado. Los aromas principales son de pimienta y cuero, con un poco de tierra mojada de fondo.
La pimienta es lo principal, como es de esperarse y como buen nicaragüense. También tiene un matiz dulce, pero no es el típico dulce de un tabaco que es cítrico o de azúcar morena, sino que es un dulce más denso, casi masticable y con un sabor de cuero. Sin embargo, más adelantado en este primer tercio llega a aparecer ese aspecto cítrico que refresca la densidad del sabor previo. También a la mitad del primer tercio existe un sabor a chocolate que no se llega a desarrollar demasiado, al menos no por el momento.
En el segundo tercio ya temo por la ceniza y aparece un sabor de madera, manteniendo su toque dulce y con algunas notas de café. También en este tercio el cigarro se vuelve mucho más fuerte, sin sentirse un aditivo de nicotina. Algo que me llamó la atención desde la primera vez que lo fumé fue precisamente eso: se siente como el cigarro se va fortaleciendo, e incluso lo hace desde muy temprano (antes de la mitad), donde lo común es que sea en el último tercio o venga fuerte desde el principio. Pero más todavía es que esa fuerza no se logre a punta de nicotina o pimienta, sino más por la riqueza de los sabores.
Superada la mitad del cigarro y el aspecto dulce regresa a su fortaleza del principio, sin la compañía ‘fresca’ del cítrico. El tiro también mejora en este punto, habiendo superado lo que sea que lo hizo tan fuerte y logrando que los sabores y el humo se sientan más fluidos, e incluso permitiendo descubrir un nuevo sabor: durazno. Pero es el cuero el sabor predominante a partir de la mitad, y esa combinación de tres sabores le dan ese aspecto ‘oscuro’ al tabaco, ayudando a fumarlo más lento y a apreciar la densidad.
En el último tercio la combinación de sabores mantiene el cuero como primario, pero le incluye café y madera, haciendo que sea algo más homogéneo pero lleno de matices muy sabrosos. Sin embargo, el dulce desaparece por completo y es casi como si nunca existió. Sí se le sienten unos toques de nicotina, pero nada que afecte demasiado los sentidos. Lo que me gustó de este cigarro es que la línea de quemado y la construcción son impecables, además que es un cigarro que no me ha dejado mal. Puede no tener una infinidad de sabores ni ser del estilo que ganen premios, pero en mi humidor se han ganado un espacio. Quizá no pase lo mismo con las dimensiones mayores, pero la vitola robusto me parece excelente para ser un cigarro de fumada regular o para regalar uno y quedar muy bien.
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