Hace unas semanas tuve la oportunidad de conversar con Marc Ripoll, creador de esta marca de tabaco española fabricados en la isla de La Palma, en Canarias. Los cigarros no son puros canarios, pues la hoja isleña tiende a ser un poco amarga para un puro, pero sí contienen hojas de Breña, junto con hojas de habano ecuatoriano en la capa y hojas cubanas en el capote. Las Islas Canarias son tierras de origen volcánico, por lo que nos especialmente fértiles de por sí, pero requieren paciencia y muchas ganas de sus agricultores. Por su ubicación geográfica tan cerca del desierto de Sahara, las islas tienen una media anual de lluvias de 324 milímetros, que la colocan en la pluviosidad propia de una zona desértica. Sin embargo, esto también significa que todo lo que en ellas se cosecha tiende a conservar muchísimos sabores y nutrientes.

Sin embargo, este cigarro fue un regalo de un compañero de Foropuros, una página española que antes visitaba bastante. En noviembre del año pasado estuve en Madrid y le avisé que iba, así que nos reunimos para una fumada con otros conocidos en el club Pasión Habanos y Ricardo (este amigo) me regaló un par de cigarro, incluyendo este. Aunque no es mi primer Kolumbus; ya había probado el K-Negro, pero sin reseña. El K-Rojo se ve bastante atractivo, aunque un poco imperfecto, pues por alguna razón la anilla pareciera quedarle grande y baila bastante sobre el cigarro. Los aromas en la capa son de tabaco rico, un aroma que me parece bastante obvio de por sí, pero sí lo destaco porque su aroma ciertamente es más intenso en esa riqueza del tabaco. También se aprecia madera, cuero y una sensación dulce hacia la perilla. En la tripa hay aromas de madera y cuero, pero también hay un cítrico genérico, y finalmente en la calada en frío puedo identificar mejor ese aroma cítrico y definirlo como naranja, con algo de madera.

El K-Rojo comienza bastante sutil, aunque sí hay una buena cantidad de sabores. Es lo que llamaría intensidad media-baja y sabores medio-altos, pues no se siente mucha intensidad, quizá por la poca pimienta que pueda tener en la liga. El hecho es que el sabor principal en el cigarro es de madera y cuero, que suelen ser sabores aromáticos pero con un gran gusto. Pero también le acompaña un fuerte componente de naranja, que se mantiene en segundo plano de los sabores. Debajo de ella hay una sensación cremosa y ligeramente se siente pimienta en el paladar. El retrogusto es de almendras principalmente. Mantiene esta tendencia durante casi todo el primer tercio, con una ceniza muy bien armada, tiro perfecto y anillo de combustión a la par.

En el segundo tercio los sabores mantienen la misma tendencia, con la madera de principal, aunque el cuero en este momento ha perdido ese liderato de sabores y comparte el segundo lugar con la naranja, aunque esta se siente un poco más fuerte. Quizá el mayor cambio en este tercio es el retrogusto, que sigue siendo de frutos secos, pero no es de almendras sino de merey (anacardo). También el cigarro pierde ese aroma de tabaco rico que tenía en frío, pero es algo normal y hasta esperado cuando un cigarro está encendido.

A la mitad el K-Rojo se simplifica bastante. Ya no hay sensación cremosa y la naranja se vuelve un recuerdo, con uno que otro toque esporádico durante la fumada. Sin embargo, mantiene sus sabores de madera y pimienta en el paladar, y el retrogusto sigue siendo de merey. Pero sí hay algo que debo destacar, y es que los sabores del K-Rojo son diferentes. No sé si es un tema relacionado con las hojas o el clima o su fabricación, pero sin poder identificar exactamente la razón, este cigarro se siente diferente a la mayoría de lo que he fumado. Quizá podría decir que su tabaco es más aromático, y creo que es la única descripción que podría dar sin entrar en detalles, pues no tengo el léxico descriptivo para explicarlo bien.

Para el último tercio el K-Rojo mantiene una intensidad media, que ha sido uniforme durante toda su fumada. Lo que no ha sido uniforme ha sido la intensidad de los sabores, yendo de media-baja a media-alta y nuevamente media-baja en el final, aunque sí hay una variación importante en este punto, destacando madera como principal y mantieniéndola durante toda la fumada, pero ahora incluyendo el cítrico genérico que pude sentir en frío y añadiendo un sabor de vainilla. Estos nuevos sabores bastante interesantes aparecen al principio de este último tercio, por lo que al menos puedo disfrutarlos unos 25 minutos, que es el tiempo que duró. Al cabo de una hora y 40 minutos, este Kolumbus K-Rojo llega a su fin.
Siempre he pensado que los paladares maduran, los gustos cambian y uno va aprendiendo a apreciar nuevos sabores. Hace unos 3 años alguien me regaló el Kolumbus K-Negro y recuerdo que fue un tercer cigarro de una noche y no me pareció gran cosa. Pero esta vez probé el K-Rojo como único cigarro del día, bien preparado y dispuesto, y con una buena guarda por detrás (casi 7 meses), amén de la guarda original que le haya dado mi amigo. El resultado es un cigarro bastante bueno, el cual desearía poder conseguir más de este lado del océano, y cuya humildad del dueño hizo que ya de entrada tuviera muchas ganas de fumarlo. Esas ganas dieron su fruto, porque es una gran muestra de lo variado que puede llegar a ser el tabaco en el mundo.

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