Entre las tareas más divertidas de mi día a día tabaquero está la de asesorar a algunas tiendas locales, físicas y virtuales. Eso incluye hacer recomendaciones de qué cigarros necesita el mercado y qué cigarros deberían vender de acuerdo a esas necesidades. Una de las tiendas me dijo que querían vender un Connecticut de bajo costo, puesto que ya tenían alguno que otro de costo medio a alto, pero no sabían exactamente qué incluir en el de costos bajo, sobre todo porque en ese renglón los cigarros de esta capa tienden a ser demasiado sencillos. Este me lo obsequiaron los de la tienda para que lo probara, pues compraron cinco de ellos y en verdad me llamaba la atención pues pensé que era una versión low cost de My Father, siendo Garcia el apellido.

La respuesta corta es que no tiene nada que ver con My Father. Si bien Garcia es un apellido bastante común, en el mundo del tabaco es muy fácil asumir que tenga que ver. Es como si apareciera un cigarro llamado Fuente, aunque el que lo hace no tiene nada que ver con Carlito, igual van a pensar que están relacionados. Pero el hecho es que no lo están, sino que el cigarro es de Tabacalera de Garcia en República Dominicana, que tampoco tiene que ver con My Father, sino que es ciertamente la fábrica más grande del mundo, en donde Altadis hace la mayoría de sus marcas, como VegaFina, Romeo y Julieta, H. Upmann y muchas más, así que aquí no hay trampa ni engaño, al punto que la anilla del cigarro identifica a la fábrica también. Cubierto con una capa Connecticut proveniente de USA, el Casa de Garcia tiene aromas cremosos y de madera, con los mismos aromas representados en la calada en frío.

Casa de Garcia comienza suave, sin agresividad de pimienta y no mucho más, pero ciertamente cremoso. Hay algunas notas de cuero y paja, pero la construcción se ve bastante buena al igual que la densidad del humo, pero por lo demás se trata de un cigarro que apenas si aporta una sensación ligera de que estás fumando algo «importado», sin demostrar algún indicio de que esto sea bueno. Básicamente, un cigarro de utilería, pero en el buen sentido, pues es bastante plano, carente de complejidad, pero al menos en términos técnicos está bastante bien, y para lo ligero que se siente, ese es el mejor cumplido que puedo hacerle.

En el segundo tercio aparecen algunas notas con sabor, principalmente a vainilla, pero mantiene sus sabores cremosos y el humo denso en cada calada, junto con un anillo de combustión casi recto. Me toma unos 40 minutos alcanzar la mitad del cigarro, así que aunque sencillo, al menos se comporta bastante bien. Sin lugar a dudas este es un cigarro perfecto para quien quiere aprender a fumar y está viendo si le coge el gusto y antes de graduarse hacia cigarros más complejos.

En total me toma una hora y 20 minutos terminar con el cigarro, y es en el último tercio donde aparecen notas picantes, aunque estas no creo que sean de pimienta sino más bien una sensación áspera en el cigarro. No obstante, no hay más sabores pero esta ausencia de ellos no es un tema negativo, sino que esa simplicidad hace que sea muy fácil combinarlo con algo más y café, incluso con leche, es lo primero que se me ocurre.
El Casa de Garcia Connecticut ciertamente es tan suave como hubiese esperado, incluso desde las primeras caladas, donde es cremoso, ligero y de verdad que me hace pensar en que quisiera tener un café a mi lado y que fuesen las ocho de la mañana y que no tuviera nada que hacer hasta las diez. Pero también se puede combinar con un buen whisky, preferiblemente blend y preferiblemente de 12 años pero con sabores sutiles que le añadan una complejidad a la experiencia. Estoy pensando en Bucahanan’s 12, pero solamente porque es el que considero un whisky suave por excelencia.
