Cualquier fanático «que se respete» (o se haga respetar) de Arturo Fuente está al tanto de la serie Añejo de la marca. Se trata de cigarros de producción limitada anual que tienen una capa Connecticut Broadleaf americana que ha sido añejada en barricas de cognac. Este es el segundo que fumo de ellos, siendo el primero un Añejo 46 que probé hace 5 años y con el que quedé prendado. Desde entonces son cigarros que he buscado regularmente pero lo limitado de su producción hace que no sea fácil conseguirlos, pues también son cigarros que duran muy poco tiempo en el anaquel. Afortunadamente en Venezuela mis amigos de Tabarena Venezuela los trajeron y los tienen disponibles.

La capa del Añejo 50 realmente es oscura, con una textura que bien podría ser de un papel de lija, pero que cuando la ves de cerca se le notan cristales mínimos que la hacen brillar. Estos son los cristales producto de ese añejado de la capa y son los que le dan un aroma tan característico a melaza, tierra mojada y madera, que se acentúa bastante en el pie, sobre todo la melaza. Lo pico con la doble hojilla y el tiro se siente ligeramente apretado, pero la calada en frío es de tierra y canela con una ligera sensación picante. Sin duda la capa Broadleaf es irregular cuando se coloca sobre un cigarro, dándole protuberancias, valles y líneas que carecen de rectitud y este no es excepción.

Por pura torpeza mía, durante el primer tercio el cigarro se me rodó de donde lo tenía y en esos giros logró que se cayera la parte de arriba de la ceniza, por lo que la imagen en el primer tercio hace parecer que la ceniza ya se cayó, pero si no fuera por eso, estoy seguro que podrías apreciar una ceniza blanca y llamativa, aunque el anillo de combustión no es nada atractivo, cosa que es relativamente normal en cigarros de esta capa. Los sabores son tan intensos como recuerdo, con una nota fuerte de azúcar morena, que se convierte rápidamente en el sabor dominante del tercio, y acompañado de notas más suaves de madera de roble y canela, con algo de pimienta en el paladar y el retrogusto.

Es casi imposible que el Añejo 50 queme recto, así que cuando lo pruebes, no vayas a dejar el encendedor muy lejos pues lo vas a necesitar regularmente para corregir la quemada. Afortunadamente, es solo quemada y no combustión del cigarro, que se mantiene perfectamente encendido y produciendo humo abundante y denso. El azúcar moreno sigue siendo el sabor dominante en el segundo tercio, pero con abundantes sabores a melaza que no lo superan, pero le hacen buena competencia. Estas dos notas dulces hacen que el cigarro sea exquisito, pero no sea algo que quieras acompañar con un cognac o con algún destilado dulce, si bien los sabores de tierra le dan un matiz que no es solo de notas dulces. Al superar la mitad del cigarro aparecen notas de chocolate negro que nuevamente evitan que el cigarro se haga demasiado dulce. En el retrogusto se siente una ligera nota de regaliz negro, pero es un acompañante de las sensaciones de pimienta.

Luego de hacer un gran esfuerzo por no darle caladas muy seguidas, el Añejo 50 parece comportarse un poco mejor en el último tercio, aunque sea por un momento, pues al quitarle la anilla comenzó a desviarse el anillo nuevamente. El sabor a tierra se vuelve el dominante de esta sección, mientras que sus notas dulces se vuelven casi un recuerdo, quedando en el fondo de los sabores. Esta tierra también se vuelve el sabor principal en el retrogusto, aunque después de cada calada me quedo un largo rato sintiendo sabores y matices en la boca. Al cabo de una hora y 45 minutos, el Añejo 50 llega a su fin.
La última vez que fumé este cigarro en calidad de reseña fue hace cinco años, aunque no recuerdo que la quemada haya sido tan problemática, pero los Broadleaf, especialmente los que han sido añejados tanto como este, tienden a requerir atención constante, cosa que no me impresiona del todo. Los Añejo son cigarros que mejoran muchísimo con el tiempo, y esto lo sé solo porque hace un par de años fumé uno que tenía más o menos eso de guarda, pero en todas mis fumadas de cata lo he hecho con cigarros que apenas tienen unos meses en el humidor. Por eso creo que realmente valdría la pena comprar este cigarro en pares, tríos o más, pues de verdad vale la pena tener uno durante un par de años antes de fumarlo. Dicho eso, la experiencia con tan solo dos meses de guarda no deja de ser muy buena, y aunque la quemada de esta capa suele ser así, esa atención constante y cuidado continuo no es algo que me guste.
