Stallone – Nino

Gracias a una excelente combinación de suerte, oportunidad y algo de tráfico de influencias logré hacerme con una de las 250 cajas del Nino de Stallone, una edición limitada de la marca en vitola corona gorda, de 6 1/4 pulgadas por cepo 48, con una capa híbrida entre Sumatra y Habano ecuatoriana añejada durante tres años. La tripa tiene una mayoría de tabaco de la isla de Ometepe en Nicaragua, que es una isla muy pequeña en medio del lago más grande de ese país. Esta isla tiene dos volcanes y la planta de tabaco se siembra en las faldas de uno de ellos, en un terreno muy limitado. Estas tierras le dan unas características muy especiales al tabaco, destacando entre ellos notas dulces, almendras, nueces, vainilla. Adicionalmente, estas hojas de Ometepe fueron añejadas durante 7 años en barricas de roble exron, que antes contuvieron Flor de Caña. También incluye Corojo de Estelí en la tripa, junto con una pequeña porción de Condega. El capote es doble, de Criollo 98 procedente de Jalapa. ¿Por qué solo 250 cajas? Una razón es por la limitante del tabaco, pues la isla de Ometepe no tiene una producción regular y ni abundante. Normalmente los vegueros suelen vender el grueso de la producción a una firma grande y el sobrante queda para ser dividido entre muchas más pequeñas, como es este caso. La otra razón es porque el Nino es un doble tributo, uno a la primera producción que hizo Tony Barrios en la tabacalera de Venezuela donde tenía sociedad, que fueron 250 cajas. La vitola es porque era la que más le gustaba fumar a su abuelo, y quien lo introdujo al mundo del tabaco y de los caballos. Precisamente, el caballo que le regaló su abuelo se llamaba Nino.

Aunque se trata de una corona gorda, en mis manos se siente más como un lonsdale ligeramente más grueso, y puede que esa sea la diferencia entre estas dos vitolas. La producción está limitada a 5000 cigarros, así que poder hacernos con una caja fue todo un motivo de orgullo. A diferencia de muchos cigarros que vienen con la lámina de cedro que lo cubre, esta está quemada con el nombre del cigarro y es lo único que lo identifica como tal, pues la anilla es la misma que la de los otros Stallone. No obstante, para una producción tan pequeña de una marca tan pequeña, no se justifica crear una anilla nueva. La capa tiene un toque más claro que el Habano tradicional y no dudo que sea por ese híbrido que tiene con Sumatra, que tiende a ser un poco más clara. Este híbrido hace que los aromas en la capa sean considerablemente distintos a los usuales, incluyendo notas dulces como de caramelo o azúcar morena y algo de chocolate suave. La calada en frío presenta un tiro ligeramente apretado, cosa normal con un cigarro de estas dimensiones, pero también normal que uno se preocupe antes de encenderlo por eso. Los aromas son de chocolate afrutado, como esas cáscara de naranja y/o pasas cubiertas de chocolate, almendras y notas muy sutiles de galletas danesas (como las que venían en una lata de metal y que las abuelas usan para guardar cosas que no son galletas después).

Esa nota de galletas danesas es la primera que siento al encender el cigarro y me sorprende porque no es tan picante como suelen ser los productos de Nicaragua y los de Tony Barrios. También hay notas de melaza y chocolate a lo largo del primer segmento, con notas más suaves de café con leche, o lo que en Venezuela llamaríamos un marrón y el resto del mundo un macchiato. Realmente lo que llamaría una fumada suave, aunque no simple. El humo es abundante y cremoso, aunque no es constante y el cigarro requiere atención para que no se apague ni se suavice mucho la llama, lo que me lleva a darle caladas muy regulares y casi cronometradas. Los sabores toman un estilo más achocolatado a lo largo del primer tercio, siendo ese el sabor principal y dejando la melaza y el café como secundarios. Ese sabor de chocolate también tiene una nota afrutada, que me lleva a las pasas cubiertas de chocolate, y en Venezuela había (no sé si sigue existiendo) una golosina llamada Miramar, que eran frutas cubiertas de chocolate. El anillo de combustión tiende a desviarse, pero siempre que esté pendiente del cigarro al igual que estoy de la fumada, no parece que habrá mayor problema. La ceniza es sorprendentemente blanca y se sostiene un buen tiempo sobre el cigarro.

Una de las cosas que me sorprendió de este Nino, pues no es la primera vez que lo fumo, es que en el paladar no se siente fuerte pero en el retrogusto la pimienta se destaca y aunque eso me hace probarlo menos con la nariz, sí me deja una fortaleza que se mantiene de una calada a la otra, porque inevitablemente voy a respirar por la nariz en algún punto. En el segundo tercio se hace un toque más fuerte en el paladar, llegando a media su fortaleza y media-alta la intensidad de sus sabores. El chocolate sigue siendo el sabor principal de la fumada, pero también hay frutos secos como avellanas muy presentes y casi al mismo nivel, junto con la sensación de frutas cubiertas de chocolate también. Cuando supero la mitad del Nino, esos sabores de avellanas se sienten más como de almendras y el retrogusto comienza a dar notas de madera, lo que hace que el cigarro sea mucho más complejo.

La fortaleza y la intensidad del Nino se colocan en media-alta para el último tercio, con un aumento en la sensación de pimienta, pero no es solo eso y sería absurdo decir que el cigarro está más fuerte solo porque se siente más picante. Los sabores de frutos secos que han sido tan cambiantes durante la fumada no dejan de evolucionar en el último tramo y son de almendras garrapiñadas, como si en vez de azúcar tuvieran caramelo. También están los sabores de chocolates y frutas cubiertas en él, que han sido parte de toda la fumada, pero notas nuevas en sabores a turrón y a guayabita, o lo que se conoce en USA como allspice, mientras que en el retrogusto es madera, pimienta y esa guayabita. Los temas de quemada que pudo haber tenido en el primer tercio desaparecieron sin darme cuenta y dado que no es el primero que fumo, puedo confirmar que ese tema solamente sucedió en este cigarro, pues los demás no presentaron el problema. Cuando marco una hora y 35 minutos, esta corona gorda llamada Nino llegó a su fin.

Las oportunidades para disfrutar de una edición limitada no deben ser desaprovechadas. Muchas veces sucede en la industria del tabaco que verás un cigarro que es lanzado como edición limitada y al cabo de unos meses es vuelto a lanzar como producción regular. Esto lo hacen algunas marcas para probar un cigarro del que puede que no estén muy convencidos. No obstante, el tabaco de Ometepe que Tony Barrios consiguió para este Nino es especial y su sabor no es fácil de replicar en otras zonas de Nicaragua, por lo que no veo al Nino como un producto que vuelva pronto ni en grandes cantidades, y definitivamente uno que hay que probar. Yo lo disfruté mucho y los cigarros que me quedan los voy a guardar porque lo malo de las ediciones limitadas es que son limitadas.

Publicado por diego440

Publicista, redactor y hasta director de arte. Siempre escritor, por eso ahora generando contenidos en digital.

2 comentarios sobre “Stallone – Nino

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