Black Star Line – Lalibela

Hace casi un año que probé el Lalibela por primera vez, aunque en ese momento fue en vitola toro y esta vez me sirvió para recordar mis Lunes de Lancero que eran casi fijos. También pasó que en esa reseña original una de mis críticas fue la anilla del cigarro, que era difícil de leer y de entender, y desde entonces la han cambiado a algo más sencillo, con menos variaciones y mucho más minimalista, que me gusta mucho. Estoy seguro que no fue por mi comentario, pero no me cabe duda que hay más personas que lo habrán mencionado. No obstante, el lancero simplemente no tiene anilla y no sé si es porque el cigarro llegó en esa transición o que simplemente los lanceros de Black Star Line no la llevan. Lalibela es la apuesta de la marca a un cigarro maduro, pero no se quedan con los sabores característicos, sino que es una propuesta de fortaleza alta y con medidas de 7,5 pulgadas de largo por un cepo de 40 en el lancero, fabricado por El Titan de Bronze, es una propuesta bien atrevida. Su capa San Andrés mexicana realmente me invita a probar el cigarro en esta vitola.

En verdad se ve imponente y normalmente con un cigarro de cepo tan pequeño, es difícil que se vea como una propuesta agresiva, pero su peso realmente sorprende. La capa es relativamente lisa para ser mexicana, con colores muy similares de un extremo a otro y aromas muy típicos de San Andrés, como la tierra mojada, notas de pasas y un toque suave cítrico. La calada en frío no tiene nota alguna de pimienta y el hecho que el capote y la tripa de Lalibela es nicaragüense me invita más a fumarlo porque sería otro cigarro más de Nicaragua que no tiene notas tan picantes como a las que estoy acostumbrado. Lo que sí se aprecia en la calada en frío es establo, chocolate y una cierta nota salada mineral, con lo que parece que será un buen tiro.

El Lalibela lancero comienza intenso de sabor, pero también sencillo, con una nota de chocolate que domina la fumada. A menos que le dé retrogusto, es solamente chocolate lo que se siente, pero en la nariz es pimienta y no muy fuerte, afortunadamente. Mientras sigo disfrutando de este primer tercio, los sabores del cigarro son intensamente característicos de los que típicos de la capa San Andrés, destacando notas suaves de cáscara cítrica, pimienta y un toque más suave de tierra mojada, pero una gran intensidad de chocolate con distintos matices de sí mismo, como nibs de cacao, chocolate negro, con leche y demás. Efectivamente, una intensidad alta y una fortaleza media-alta, con una buena quemada, anillo de combustión muy recto e incluso quiere mantener una buena ceniza, pero el instinto de conservación de mi ropa me impide mantener algo muy grande.

Para el segundo tercio los sabores se suavizan un poco pero no necesariamente en su intensidad sino más bien con respecto a la naturaleza de estos sabores. Es decir, el chocolate sigue siendo uno de los principales pero ya no hay tantos matices de él, sino más como un solo sabor a chocolate con leche y más dulce, pero también aparecieron notas especiadas como de canela, junto con almendras, mientras que el retrogusto sigue siendo donde se aprecia la pimienta, y en este tercio le acompaña la canela también. Por lo que el retrogusto es muy especiado, mientras que en el paladar es más hacia sabores dulces. La construcción sigue siendo increíble, con una ceniza que tiende a mantenerse, anillo de combustión muy recto y un tiro magistral.

No hay grandes transiciones en el último tercio, aunque sí sufre de lo que muchos cigarros sufren en temas de construcción y con un cepo de estas dimensiones es casi que esperado o al menos no sorprende del todo. Sucede que el tiro se hace un poco apretado por lo delgado del cigarro y porque inevitablemente se moja con la saliva de cada calada. No llego a darle un corte sino que con presión de los labios logro ajustar el tiro para que el humo fluya mejor. Definitivamente es algo mucho más fácil de hacer que de explicar, pero los sabores siguen sorprendiendo, no porque haya nuevos como mencioné hace un momento, sino porque se mantienen. Sí hay una nota ligeramente frutal, pero no mucho más que destacar ni cuál fruta exactamente es. Pero también pasa que la fortaleza aumenta considerablemente en forma de nicotina que me hace espaciar cada calada porque realmente se siente concentrada. Luego de una hora y 20 minutos, este Lalibela lancero llegó a su fin.

El otro día estaba viendo un documental sobre tabaco llamado Hand Rolled, muy bueno y muy recomendado si lo puedes ver. En él, Pete Johnson (de Tatuaje Cigars) menciona que los blends son prácticamente infinitos y que es casi imposible replicar un blend. Es posible hacer algo similar, pero la naturaleza «manual» del tabaco y el tema que todo se juzga por el gusto es lo que hace que sea imposible de imitar de un cigarro al otro. En muchos casos es común pensar en el sabor típico del tabaco de México, de Cuba o de Nicaragua y es lo que la mayoría de los productores que utilizan esas hojas tienden a hacer. El Lalibela, especialmente en su vitola lancero, realmente destaca los sabores típicos de la capa San Andrés, muy sabrosos y con una alta intensidad de sabores. Además, con una construcción increíble y una experiencia que, aunque relativamente corta, no deja de ser increíble. Impresiona lo distinta que puede ser una liga de una vitola a otra en cuanto a sabores.

Publicado por diego440

Publicista, redactor y hasta director de arte. Siempre escritor, por eso ahora generando contenidos en digital.

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