La octava liga de esta marca tan singular llamada Fuerte y Libre se llama Avalanche y fue lanzada el año pasado. Según la marca, el lanzamiento de nuevas ligas no es algo periódico, sino que responde más a sus propios deseos y de cómo el mercado y los tabacos les «hablan». En sus palabras, cuando vio que todos en la fábrica y sus socios estaban asintiendo al probar esta liga en particular, se dio cuenta que estaba lista para ser lanzada. El Avalanche lleva una capa Connecticut ecuatoriana sobre capote y tripa dominicanos, y fue parte del sampler que la marca me obsequió hace unos meses. Al igual que sus otros productos, es hecho en la fábrica El Hoyito, en Tamboril, RD. La marca lo describe como un cigarro de fortaleza baja y de intensidad media.

El que voy a reseñar es de medidas 5 x 52, descrito como un robusto. Es el tamaño ideal y recuerdo cuando hablaba con la marca y le pedía que no por favor no incluyeran cigarros con cepos de 60, aunque en su momento me pareció que estaba imponiendo un criterio ajeno al suyo, pero igualmente agradezco mucho que lo hayan hecho. Efectivamente tiene los aromas típicos de una capa Connecticut ecuatoriana, que incluyen madera, paja y una cierta nota que va de ácida a cítrica. En el pie tiene más notas cítricas que me hacen pensar que ese aroma de la capa posiblemente tenga más que ver con su interior que con la capa en sí, pero también hay notas de pasas, melaza, madera y un toque suave de pimienta. Lo pico con la doble hojilla y me encuentro con una calada que tiene aromas nuevamente cítricos, pero esta vez más identificables como de mandarina, pero también pimienta y madera. Escogí la noche para fumar este cigarro, o más bien fue que en la noche tuve la ocasión de disfrutarlo en paz.

Como me sucedió con el Sun Country, que también tiene capa Connecticut, el Avalanche comienza con una fortaleza considerable. Es menor que el Sun Country, pero no es un Connecticut suave per se. Sin embargo, la intensidad que tiene no es por pimienta, sino por esos sabores cítricos que realmente son muy agradables en la fumada. Los sabores son a nueces, frutos rojos, melocotón y madera, pero ese melocotón es en almíbar y bastante fresco, con un retrogusto intensamente cítrico y notas suaves de pimienta, que invitan al retrogusto regular. El Avalanche quema bien, produciendo buena ceniza y humo blanco abundante en cada calada. El hecho que estoy fumando al lado de una lámpara acentúa la cantidad de humo en cada calada y se ve muy bien, además.

En el segundo tercio los sabores de melocotón siguen presentes, pero ya han tomado un segundo puesto que se va diluyendo conforme va avanzando la fumada. Pero afortunadamente son reemplazados con otros sabores, como nuez moscada, frutos rojos y galletas de soda, mientras que el sabor cítrico del retrogusto ya viene a formar parte de los sabores del paladar, y es en el retrogusto donde los sabores ahora son de nueces y un toque de madera. El Avalanche está sorprendiendo y el hecho que el tiro es perfecto le ayuda mucho, así como el anillo de combustión y la tendencia a mantener una ceniza de buen tamaño. La intensidad es menor a la del tercio anterior, pero la coloco en media, con una fortaleza media-baja, lo cual lo hace ideal para una fumada nocturna, al menos para mí.

En el último tercio la capa sufre algunos accidentes, aunque cuando le quité la anilla salió perfecta pero sí se notaba que había algo de presión en ella, que bien puede ser por el calor del cigarro vs. la delicadeza de la capa. Los sabores son parecidos a los del tercio anterior, pero más simplificados, con las mismas notas de nueces y galletas de soda y el retrogusto de nueces. No obstante, en este último tercio el Avalanche se hace más dulce y en esa nota hay un matiz como de marshmallow al fuego, con todo y la nota tostada tan característica. El cigarro lo fumo hasta que prácticamente me quemo los labios y si pudiera lo hubiese fumado más. En ningún momento se tornó desagradable, aunque sí hubo una sensación picante en el último tercio, aunque fue más como una picazón en la lengua y esta fue causada porque el humo ya venía muy caliente, lo que hizo que la intensidad se mantuviera igual en media, pero la fortaleza aumentó y no por bien. Me tomó una hora y 15 minutos fumar el Avalanche hasta el final.
Con estas marcas pequeñas siempre hay un tema de creatividad que, cuando es bien manejado, puede tener resultados grandiosos. Con otros pasa que se pueden pasar y hacer un producto que tiene mucho de algo y poco del resto, lo cual termina siendo un bodrio. Pero también hay que tener en cuenta que cuando una marca ya lleva 8 productos distintos, los más nuevos tienen que tener un aspecto diferenciador. En varios aspectos, el Avalanche es un cigarro muy distinto a los demás, y aunque la tendencia de los Connecticut fuertes es algo que me gusta, en muchas ocasiones cuando las marcas apuntan a un cigarro de capa Connecticut que no es fuerte, tienden a irse al extremo y hacerlo sorprendentemente plano o unidimensional. Pero una vez más Fuerte y Libre me sorprende con su producto, haciendo un Connecticut que no es fuerte, pero que tiene sabores muy agradables y de intensidad moderada. El Avalanche ciertamente es un cigarro que recomiendo ampliamente, especialmente si los cigarros más fuertes no son lo tuyo.
