Los últimos días han sido caóticos. La empresa en la que trabajo se está integrando con otra y, aunque la mía es la que absorbe a la otra, mi departamento en principio absorbía a 4 personas, por lo que el trabajo extra que hemos tenido últimamente ya estaba asignado a las personas nuevas. Pero ya dos de esas personas han renunciado y me enteré que las dos que quedan son pasantes. Adicional a eso, hemos estado en medio de una licitación con un cliente gigante, con apoyo de herramientas regionales que nadie sabe usar. En algún momento podemos hablar más de lo que hago, pero este es el momento de este tabaco.
El Nica Puro, como su nombre lo indica, es puro de Nicaragua (capa, capote y tripa). El número 1685 se refiere al año en que Estelí fue fundada. La estructura del puro es maravillosa, con su color marrón oscuro, sin venas y con un mínimo de imperfecciones, con una textura aceitosa también. En frío siento aromas de cacao, cuero, madera y algo dulce. Saco mi guillotina en V y comienzo a darle fuego.
Las primeras caladas tienen un toque fuerte de madera y tierra quemada, con una abundancia importante de humo y un tiro casi perfecto. Poco me imaginaba que me esperaba un tiro terrible, pero más de eso en un momento. Un par de minutos después del encendido le siento unos toques de cacao y lo que parece ser una avalancha de sabores que se vienen aproximando. Pocas veces me ha sucedido, por lo que no es un tema general, que los tabacos a los que le hago un corte en V tienden a ‘trancarse’ y el tiro se hace más fuerte y casi infumable. En términos del sabor del tabaco, algo bueno que tienen estos tabacos más modernos, es que desde el principio llegan buenos a tus manos. Si bien mejoran con el tiempo, no sucede como con otros que necesitaban un mínimo de 6 meses en el humidor para poder probar lo que el torcedor quería.
El cigarro va desarrollando una línea de quemado un poco extraña, pero no parece ser algo malo. Por lo general tiendo a sobreglorificar los tabacos que reseño, en el sentido que difícilmente les doy una calificación negativa y, cuando lo hago, siempre le incluyo algo positivo. Habiendo dicho eso, estoy seguro que hay muchos tabacos malos y muy malos, y dado que ninguno me paga por hacer estas reseñas (¿por qué habrían de hacerlo?), trato de ser lo más honesto posible cuando hablo de estos temas.
Pero volvamos al puro. Como mencionaba, el tiro es bastante complicado, se me ha apagado no menos de 4 veces y se hace cada vez más duro darle una calada. Por ese motivo lo vuelvo a cortar con la guillotina en V (lo hice como 3 veces) y al final decido darle con la guillotina de hoja doble. Esto mejora el tiro pero solamente durante unos minutos, pues al cabo de ese tiempo estaba de nuevo con el puro apagado, dándole fuego y cuando eso no funcionaba, tratando de cortarlo de nuevo. Un toque de nueces aparece luego de la mitad del tabaco, algún sabor lejano a miel, pero los sabores se atenúan bastante por lo escaso del tiro y la cantidad de veces que lo he tenido que reencender.
Mientras llega el último tercio, y ya después de tantos cortes, el tabaco mantiene su encendido durante más tiempo, aunque su tendencia a apagarse sigue. Le siento algunos sabores de canela, típicos de tabacos nicaragüenses y con un final prolongado. Hasta ahora el sabor no ha tocado los aspectos cremosos que también son comunes en los nicaragüenses, pero su sabor tampoco se hace muy fuerte. Los sabores han aparecido y desaparecido, pero los múltiples arreglos que le he hecho han mermado en la calidad de esos sabores y del tabaco en general. Lo tuve un par de meses en el humidor, muy bien mantenido, por lo que estoy seguro que simplemente me tocó ‘uno malo’ y que el resto son mejores, pero solamente adquirí uno y la molestia es considerable.
Otra vez será.

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