Este tabaco existe desde 1994 y fue fabricado para celebrar los 30 años de Padron. Es uno de esos tabacos que todo conocedor debería probar, y la mayoría ya lo han hecho. Su fabricación es por demás rústica, con grandes venas y una textura bastante corrugada, aunque su box press se amolda perfectamente a los labios. En principio me llamó la atención el número de serie, más que nada por ese detalle para prevenir las falsificaciones. El hecho que Padron añeja sus tabacos en grupos pequeños también le añade bastante.
En frío se le sienten diversos aromas de especias, tierra, cacao, notas florales y un toque cítrico… estos dos últimos pueden ser el mismo aroma, pero así de subjetivo es esto. En el momento en que le pegue candela sabré un poco más, pero lo hago con un poco de apuro, porque estoy consciente que es efectivamente un tabaco que casi todos han probado y yo no… esto no puede seguir así.
En principio tiene una intensidad bastante baja, requiriendo pequeños toques de corrección de fuego, que espero no sean la tendencia que domina al puro. El sabor comienza a tener un toque sutil de pimienta, lo cual puedo aguantar felizmente luego que el tabaco pasó dos meses en mi humidor, pero el sabor se va fortaleciendo, ahora acompañado de la nota floral que le da un aroma agradable, con el cacao y el café de fondo. El cítrico ya es un sabor en sí, sin confundirlo. Se le siente esa textura cremosa que ayuda a balancear los sabores y hacerlos más intensos.
Como una epifanía caigo en cuenta de algo que me comentaron una vez: la cremosidad es una sensación y una textura, que permite que los sabores pasen más tiempo en boca y se sienta como se deslizan sobre la lengua y el paladar. Ciertamente esperaba un poco más de intensidad en el puro, al menos hasta este punto. Me gustan los tabacos de intensidades medias a fuertes, pero este se está haciendo esperar mucho. Será porque es de un estilo más clásico, así que no se lo achaco como un problema. Mi única crítica en este momento es el precio del tabaco, porque se sitúa alrededor de los $12, por un sabor y calidad que bien se encuentra en tabacos más baratos, y este se vale puramente de su fama.
Comenzando el segundo tercio, el café se convierte en el sabor primario, con la pimienta de secundario. El tiro es buenísimo y ya hace tiempo que no me hace falta corregirle la quemada. La intensidad se vuelve media, con sabores más suavizados, pero sin mucho problema siento el café, el cítrico y la tierra. El cigarro carece de complejidad, en el sentido que se convierten simplemente en un grupo de sabores agradables en un tabaco normal, que no se ha perfeccionado mucho en dos meses de humidor.
Mitad de tabaco superada sin muchos cambios. Todos los sabores son sutiles sin grandes explosiones, nada de pimienta, lo que queda es dulzura y el cítrico se mantiene… esta ha sido mi mayor sorpresa en el tabaco, un toque que aprecio y que me encanta, pero que esperaba mucho más destacado en un tabaco de este precio. ¿Será que es de esos que necesitan al menos un año en el humidor? Al ser de ‘vieja escuela’ es muy posible, pero tampoco lo sabré porque no creo que lo vuelva a comprar. Pero el tiro fue perfecto y me entretuvo hasta el final, final, final.

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