Si querían una anilla ‘heavy metal’ creo que esta es de las más intensas sin llegar a incluir relieve o metales. El cigarro en sí también es bastante diferente, pues incluye lo que se conoce como un pie Shaggy, que consiste en cortar la capa antes del final del cigarro y «despeinar» la tripa y el capote. El resultado es llamativo y afortunadamente no afecta mucho la fumada, incluso la ceniza se aguanta con buena forma. El cigarro lo compré gracias a la buena impresión que tuve con EH Lancero de la misma marca y a que el mismo Edgar Hoil me hizo un comentario positivo en la imagen cuando la subí a mi Instagram. También pasó que estaba comprando cigarros con un amigo y fuimos mitad y mitad con un 5-pack de estos (3 para mí, y 2 para él).
El cigarro se trata de un puro nicaragüense con una consistencia bastante suelta, en parte gracias a ese pie, pero también el resto del cigarro se siete hasta un poco suelto. La anilla es bastante grande y no es el primero que me fumo (es el segundo), pero sí me pasa que lo típico que al quitarle la anilla todavía queda más de la mitad del cigarro. Los aromas de la capa y del pie se confunden, pero incluyen distintas notas muy aromáticas de madera, e incluso notas herbáceas y toques de pimienta. La calada en frío ofrece más madera y galletas.
Las primeras caladas tienen una buena cantidad de pimienta sin ser demasiado intensa ni dominante, pero sí es fuerte. Es más como aroma a pimienta pero no mucho picor en la lengua. También hay una ligera nota ácida, pero no es una sensación de imperfección o desagradable, sino más bien como un toque casi cítrico. El retrogusto también ofrece sabores de pimienta que no dura mucho. El tiro no es perfecto, pero da la sensación que va a mejorar, o al menos es lo que pienso cuando pase esa sección «despeinada».
La intensidad de la pimienta se suaviza a mitad del primer tercio y en el paladar se sienten sabores minerales al tiempo que se va armando también un sabor de madera. Aunque la ceniza se ve bastante sólida en la imagen, al poco tiempo se cayó sola y después le costó mantenerse. Al final del primer tercio se sintió un sabor de tierra que pareciera que se va a desarrollar más adelante.
Se aprecia poco cambio de sabores cuando entra en el segundo tercio e incluso en la primera mitad, con solo la pimienta cambiando significativamente desde el inicio, comenzando con una intensidad bastante alta y bajando hasta una intensidad media para notarse. En el retrogusto sigue siendo intenso, y hasta fastidioso por su fuerza.
El sabor de tierra que se sentía al final del primer tercio se siente más mineral a la mitad del cigarro, manteniendo siempre el sabor de pimienta como el protagonista. No hay mucho en términos de matices, aunque sí llegan a aparecer sabores distintos a la tierra, madera y pimienta, que incluyen leña, cuero y un trasfondo de sabores herbáceos que, aunque inesperados, no parecen tener concordancia con el resto del cigarro pero se mantienen como un toque fresco que es bienvenido en el cigarro.
Aunque el cigarro figure a Edgar Hoil por casi todos lados, está hecho junto con Christian Eiroa, por lo que la liga, por buena que sea, tiene una construcción casi perfecta gracias a Eiroa. El tiro del cigarro, así como la cantidad, densidad y calidad del humo han sido excelentes toda la fumada y, aunque la intensidad es respetable, toda se basa en la fuerza de la pimienta y no en mucho más. Esto hace del OSOK un cigarro que creo que amas u odias, o al menos eso pasa con los cigarros que tienen una sola nota dominante, como es el caso. En lo particular, creo que es un buen cigarro para fumar a veces y su apariencia ciertamente lo hace llamativo, solo necesitaría una liga más variada o con mejores matices para hacerlo un cigarro para considerar más. No quiere decir que es un cigarro malo, pero no es el mejor aunque su anilla te llame mucho la atención.