AJ Fernandez – Bellas Artes

Por aquí fue finalmente el momento propicio para darle fuego al Bellas Artes, un puro que promete y por el que las expectativas están altas. Un cigarro lanzado en el IPCPR de 2016 y cuya capa consta de un híbrido Colorado llamado internamente «Rojita», siendo un injerto entre tres hojas de tabaco: Connecticut 8212, Corojo 99 y Habana 2000. El capote es una variación del habana 92 cultivado en Quilalí, una región nicaragüense en donde se ha cultivado tabaco negro desde los años 1800. Por su parte, la tripa consiste de tabacos de Estelí, Condega y Jalapa, junto con hojas de Honduras y Brasil.

El Bellas Arte se ve bastante llamativo, muy suave, casi mate y con ligeras imperfecciones. El box press es bastante obvio y las anillas muy brillantes, como las fotos son nocturnas, el flash siempre va a ‘quemar’ en una parte de la imagen, así que no va a ser fácil apreciar todos los detalles. Es un cigarro muy aromático en frío, incluyendo chocolate, pimienta, madera, café, miel, vainilla y una fruta que puede ser manzana.

El tiro es ligeramente más apretado de lo que me gusta, pero la cantidad y densidad del humo lo compensan. Desde el principio la pimienta es lo primordial, seguida de crema, miel, nueces, madera y un toque de frutas, con una intensidad media. La intensidad y riqueza de los sabores no parece ser mucha, pero por los momentos la variedad sí se hace notar. AJ Fernandez es una marca bastante consistente en sus productos, y todos los que he probado de ellos me han parecido espectaculares, especialmente el San Lotano y el Enclave. La línea de quemado es un poco variable, pero por ahora no necesita retoques. Las transiciones son mínimas.

Finalizando el primero tercio puedo decir que el Bellas Artes es un cigarro con buenos sabores, pero puedo pensar en al menos 10 cigarros más que están a la par, y con la lentitud de las transiciones de este, pues no es algo que me llame demasiado la atención. Aparece un sabor como de regaliz/anís, mientras que la pimienta se ha alejado del frente y la miel parece haber tomado su lugar y un sabor que me recuerda mucho a la crema catalana, pero no podría definir exactamente por qué, aunque tiene ese toque de caramelo quemado de la cáscara.

Me dí cuenta que sin querer estaba fumando el puro muy continuamente, por lo que se calentó bastante, así que mejor dejarlo reposar un ratico. Lo retomo y me doy cuenta que los sabores no han variado mucho, lo cual no ayuda mucho a la ilusión que le tenía al tabaco. La pimienta ya desapareció por completo, aunque tanto el anís, la miel y el caramelo están bien presentes. Sin embargo, al superar la mitad del puro, se asoma un poco de complejidad y la intensidad se hace un poco más fuerte.

Pasado el ecuador del puro, el tabaco mejora considerablemente y presenta nuevos sabores, incluyendo un aspecto más dulce, crema, nuez moscada y el café pareciera hacerse más «espumoso», como cuando tomas un café hecho en máquina y dejado reposar. El Bellas Artes es un cigarro bastante bueno, pero con tantas opciones entre los ‘boutique blends’ que existen en el mercado, tiende a perderse entre la multitud. Como dije anteriormente, AJ Fernandez ha hecho unos purazos que me han encantado, pero el Bellas Artes para mí no logró alcanzar esos niveles. Mi mayor crítica es que los sabores no son diferentes ni llegan a estar muy ricos, y sería un cigarro extraordinario en el rango de los 5-6 dólares por un Toro (formato en el que cuesta $9,50). No voy a llegar al punto de decir que me siento defraudado por el puro, pero sí esperaba más.