Hace unos días estaba discutiendo con alguien en un grupo de roneros al que pertenezco sobre las edades de los rones vs. los números que aparecen en las botellas. Sin duda la industria nos ha enseñado que el número que aparece representa los años de añejamiento del líquido contenido, pero no siempre es cierto y muchas marcas omiten la palabra «años» y simplemente hacen que el número sea parte de la marca del licor. Por lo que mucha gente asume erróneamente que el Zacapa 23 (por poner un ejemplo) se trata de un ron con 23 años de añejamiento. Pero la discusión que estaba teniendo con esta persona era que no entendía cómo el Cacique 500 podía mencionar un añejamiento tan largo, y créeme que fue difícil hacerle entender que es una marca comercial y no una declaración de envejecimiento. En ese mismo orden de ideas, espero que no vea este cigarro que celebra un aniversario número 500.

La marca HVC rinde tributo muy directo a Cuba, siendo siglas que representan Havana City y, aunque la marca ciertamente no tiene 500 años en el mercado, el cigarro celebra los 500 años de la fundación de La Habana, en 1519. Celebrando ese aniversario, Reinier Lorenzo creó un puro nicaragüense utilizando tabaco de Aganorsa, con una capa Corojo 99 de Jalapa, un capote no determinado también de Jalapa, y tripa Criollo 98 y Corojo 99 de Jalapa y Estelí. El cigarro únicamente está disponible en vitola 5,875 x 52, que viene siendo llamada Tesoros en Cuba, aunque una breve investigación los define como Cañonazo, pero quizá anteriormente recibía ese nombre. El cigarro es una edición limitada a 1333 cajas de 15 cigarros cada una y viene con una anilla muy típica de habano. Incluso, los colores del cigarro hacen que sea fácilmente identificable como una habano en primera instancia, al igual que los aromas en frío, que incluyen notas suaves de pimienta, pan y maní en la capa. Sin embargo, en el pie se aprecia mermelada de naranja, pan tostado, pimienta y notas florales, y en la calada en frío, a la que llego después de un corte en V, hay aromas de maní, mantequilla de maní y una dulzura cremosa. También hay una cantidad mínima de pimienta.

El 500 Years Anniversary comienza con notas interesantes y cremosas, pero con intensidades que realmente me recuerdan a un habano, con una nota muy suave de pimienta que es apreciable principalmente por la nariz. El cuerpo del cigarro se siente relajado, lo cual no es algo esperado en un nicaragüense y menos en las primeras caladas. La ceniza se cae mucho antes de llegar al final del primer tercio y el humo se siente más fuerte y carrasposo en el fondo de la garganta, pero hay sabores muy abundantes de nueces y madera, que son incluso hasta aromáticos, y complementan a la pimienta, mientras que el cigarro alcanza una intensidad media. A pesar de esa caída de la ceniza tan temprano, el rendimiento técnico del cigarro ha sido muy bueno, con un anillo de combustión bastante recto, un tiro ligeramente apretado pero que produce una buena cantidad de humo.

Como pasa con la mayoría de los cigarros, la manera más efectiva de llegar a los sabores es a través del retrogusto, y el 500 Years Anniversary parece un cigarro hecho para fumar casi exclusivamente por el retrogusto, pues en el paladar a veces se sienten toques secos que no se aprecian en la nariz. Quizá también porque el cigarro tiene una ausencia casi absoluta de pimienta en el retrogusto, pero está muy presente en el paladar, en donde acompaña sabores de nueces y ahumado. El cigarro también quema muy lento y eso es algo que he comenzado a apreciar, sobre todo en el caso de cigarros que me gustan. Hacia la mitad del cigarro, a la que llego luego de una hora de fumada, se aprecian sabores de avellanas, cítrico y dulce. La intensidad está un poquito más alta que en el tercio anterior, pero nada que le permita superar la media aún, aunque los sabores tienen matices muy interesantes.

El último tercio del 500 Years Anniversary trae consigo una fumada aún más lenta, pero bastante compleja y, por consiguiente, muy fácil de disfrutar con el aumento de los matices de nueces, que ahora son más como tostadas y una propiedad de corteza de carne a la parrilla en el resto de la fumada. También aparecen sabores de tierra y crema, que sin duda añaden a esa sensación de complejidad tan presente en la fumada. También hay notas más picantes pero estas no dan esa sensación seca como la dieron antes y son notas más dulces las que acompañan al cigarro hasta el final del mismo, lo cual llega con una hora y 50 minutos.
Por lo general suelo ser bastante escéptico con cigarros de cualquier país que no sea Cuba pero que quieren parecerse a un habano, sea en el diseño de sus etiquetas o en el nombre o en el hecho que mencionen «Cuban Style» o «True Cuban Flavor» o cualquier otro escrito similar. Pienso que tabacos buenos hay en muchas partes y ponerle a un tabaco nicaragüense una serie de descriptores que lo identifiquen como un tabaco cubano es como ponerle emblemas de Ferrari a un Lada. La razón es porque, aunque se marquen como cubanos, el hecho es que son cigarros nicaragüenses (en este caso, o dominicanos en los otros casos, o del origen que sean) y el tabaco de esa región tiene atributos diferentes, que no son mejores ni peores, pero son diferentes y esa diferencia vale la pena destacarla. Pero dicho eso, el 500 Years Anniversary es un muy buen cigarro que ciertamente evoca a los habanos tanto en imagen como en sabores y, a pesar de su primer tercio tan variable, la fumada a partir de ese punto es excelente y la construcción realmente hace que este cigarro se destaque. En varias ocasiones el cigarro pareciera ser un habano, sobre todo en esa escasez de sabores variados, dedicándose más a matices dentro de sus sabores, al igual que el bajo contenido de pimienta y alta cremosidad. Pero también es un cigarro que demuestra el alcance que puede tener el tabaco no cubano.

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