En su séptima edición, La Bomba Warhead es un cigarro que fue creado originalmente en 2013 como una versión más fuerte de un cigarro que de por sí ya se vendía como más fuerte: La Bomba. El logotipo de la marca y las imágenes se inspiraron en las bombas de la Segunda Guerra Mundial, algunas de las cuales les dibujaban caras así como a los aviones. Incluso, la anilla de este cigarro cuando la quitas, tiene forma de un misil. La versión Warhead no es algo anual, pero en los años que se ha hecho, ha constituido una producción limitada. En el caso de esta nueva versión, se trata de un puro nicaragüense que usa la nueva hoja Broadleaf de ese país en la capa, al igual que el Stallone Clydesdale, y es fabricado por AJ Fernandez en Ocotal.

Un Churchill 7×50 que además es box pressed no es un hecho común en el mundo del tabaco, y quizá este 601 sería uno de los que menos esperaría que lo fuera. Como suele suceder con las capas Broadleaf, esta se ve algo rústica y pareciera seca, o al menos poco oleosa. Los aromas son los típicos de chocolate o pasas en la capa, mientras que en el pie hay notas de vino frutal, como un jerez dulce o un oporto, junto con chocolate y pimienta. La calada en frío presenta notas bastante dulces, que incluyen chocolate, madera y pimienta.

Para sorpresa de nadie, La Bomba Warhead comienza explosivamente, con una intensidad de pimienta que obliga a darle caladas muy cortas y muy especiadas, entre las que se descubren notas de madera seca, tierra y pimienta, claro. Afortunadamente la pimienta no domina tanto la fumada, aunque el cigarro se siente un tanto seco, o al menos secos los sabores. El retrogusto sí que es pura pimienta y por eso no me dan muchas ganas de hacerlo regularmente. Sin embargo, me encuentro deseoso de esas notas de chocolate que sentí en frío y que brillan por su ausencia hasta el momento, y es apenas a finales del primer segmento que siento algunas notas similares a chocolate, pero también le acompañan notas de corteza de árbol y salsa inglesa, que en muchos países llaman salsa Worcestershire, pero aquí no nos complicamos. Tampoco es sorpresa que la intensidad es alta y la fortaleza es muy alta, con una buena quemada, ceniza con buen aguante y tiro fluido, incluso hasta muy fluido, cosa que sucede mucho con los cigarros de Erik Espinosa.

El segundo tercio es definitivamente más cremoso que el primero, aunque de vez en cuando se sienten ocasiones secas en la fumada, pero las sensaciones cremosas tienen toques de café que me hacen pensar en un cappuccino. No obstante, los sabores predominantes del cigarro siguen siendo de pimenta, tierra y madera seca como principales y la fortaleza de la pimienta se está suavizando, por lo que la fumada también y aunque esto podría dar pie a una etapa más compleja del cigarro, creo que sería contrario a lo que el mismo aparenta ser. En términos de construcción sigue siendo un magnífico ejemplar, con una buena quemada, ceniza con relativa solidez y un tiro que va hacia más abierto de lo que me gusta, pero respetable de cualquier modo.

En el último tercio La Bomba Warhead se hace medianamente más complejo pero también se mantiene igual, apenas si dándole mayor fortaleza a la pimienta y destacando más las notas de madera seca, pero sin mucho más que aportar en términos de sabores nuevos. Es ligeramente menos cremoso, pero también se hace más esponjoso, lo cual obliga a fumar con menor rapidez a fin de que no se caliente demasiado lo que va quedando. Más hacia los toques finales del cigarro finalmente aparece el sabor de chocolate, aunque casi cubierto de pimienta, lo que le da una sensación dulce pero también seca al cigarro. La fortaleza está en media-alta en este punto y quizá eso colaboró a poder apreciar el cigarro y estos nuevos toques. Más allá de eso, el cigarro se comporta de maravilla y con todo y un tiro ligeramente suelto, pude disfrutar de dos horas ininterrumpidas de fumada.
Recuerdo cuando comencé a fumar que La Bomba me pareció un cigarro extremadamente fuerte, aunque luego de un tiempo y acostumbrado a fumadas de alta fortaleza, ya no me parecía gran cosa. Sin embargo, siempre fue un cigarro para respetar y no fumar con el estómago vacío, por ejemplo. Compré un 5-pack y me fui acostumbrando a sus notas intensas, pero luego que consumí los 5 cigarros que lo hacían, no lo volví a comprar. Pero la experiencia con este La Bomba Warhead fue similar a esas primeras pruebas… un cigarro que pocas veces me dejó «descansar» de su intensidad, pero del que no me cansé nunca. No es solo fuerte por la pimienta, sino que también tiene madera y tierra, y pensé que tendría chocolate por los aromas en frío y eso hubiese colaborado a hacer esta experiencia mucho más compleja, pero no lo fue. No por eso quiero decir que haya sido mala, porque tampoco lo fue… de hecho, disfruté bastante esta fumada.
