¿Que si hay un video? ¡Claro!
Creo que este es el primero de la serie de AJ Fernandez que rinde tributo a las grandes marcas cubanas. A este le siguió el H Upmann y el Ramon Allones, que acaba de salir al mercado. Pero este lo compré hace alrededor de un año y por cosas de la vida siempre se fue quedando en el humidor. Sin embargo, el hecho que es un AJ Fernandez ya es casi una garantía que se trata de un cigarro que va a gustar, pues reviso un poco los que he fumado de la marca y ninguno me ha dejado mal: Bellas Artes, Enclave, San Lotano, New World, Last Call.
En particular, el cigarro cuenta con unos 14 meses de humidor y lo adquirí en un formato 6×60, que no es mi preferido, pero el hecho que es una edición limitada hizo que tomara el que conseguí. La capa es ecuatoriana habano, el capote nicaragüense y la tripa nicaragüense también, con 4 hojas en su haber. Tiene varias venas grandes y algunas más pequeñas y aromas que incluyen madera y tierra mojada, pero no mucho más. Sin embargo es de esos que se siente una riqueza en el aroma, como que te va a premiar con mucho más al encenderlo.
Eso es precisamente lo que hace: desde el principio sorprende porque, siendo nicaragüense, no impacta con el golpe de pimienta tan característico. Tiene pimienta, pero se siente en un segundo o tercer plano, superado por chocolate suave, café fuerte, frutos como pasas o uvas y nueces en el retrogusto y un toque ahumado tipo ‘cereal’.
Durante el primer tercio la madera también se siente como un sabor participativo pero de fondo, junto con la pimienta. También desarrolla un aspecto dulce que se asemeja mucho al del azúcar morena y ese toque de uvas que mencioné al principio se siente más como cereza durante el primer tercio. Hacia el final del primer tercio se le siente un sabor de pistacho que no es abrumador y apenas podría decirse que es un sabor, pues es algo que duró muy poco. Lo que me deja un poco ‘con las ganas’ es que en el primer tercio se siente seco, como si los sabores estuviesen muy definidos y no va a ir muy lejos.
El tiro ha sido perfecto desde el principio y la línea de quemado casi ideal. Igual, la cantidad de humo en cada calada es la ideal, permitiendo apreciar cada sabor que tiene. Ese toque de cereal ahumado que mencionaba se ha traducido en uno de pan tostado, como uno de esos panes de pueblo que tienen avena y otras cosas. Afortunadamente desde el segundo tercio se vuelve muy cremoso, con sabores densos.
Las nueces se vuelven uno de los sabores más resaltantes en este punto, pero la madera y la pimienta parecieran recobrar algo de intensidad y llevar el cigarro a tener más cuerpo y mucho más que apreciar. Junto con el azúcar morena, el café y el cacao le van dando riqueza a ese fondo de sabores que va evolucionando durante la fumada. Ese pistacho de finales del primer tercio ya desapareció por completo, pero es sustituida por un toque de nuez moscada.
La evolución del cigarro ha sido interesante y la intensidad se ha mantenido en media desde el inicio, y teniendo en cuenta que se trata de un cigarro de 5-6 dólares, sin lugar a dudas que se trata de un gran producto, aunque lamentablemente sea hecho en cantidades limitadas. Por ese precio no son muchas las opciones para un cigarro de tan alta calidad, y ese es el elemento diferenciador que está teniendo AJ Fernandez en la industria. La dulzura que se siente en este punto, si bien no es un sabor muy fuerte, sí realza el resto de los sabores.
A partir de la mitad del cigarro los sabores se mantienen en el mismo orden e intensidad, siendo quizá las nueces el más predominante y, afortunadamente, no se siente nicotina. También ha perdido su aspecto cremoso, pero no se ha tornado seco tampoco, presentando todavía los elementos de café, chocolate y dulce que cautivan desde el inicio. Una gran muestra de lo bueno que puede ser un cigarro sin costar demasiado. Tributos como este a los habanos son espectaculares.
Humo y Tabaco 