Vamos a ver si esto es algo que tengo claro, porque confieso que con excepción del Nicaragua Oscuro y, más recientemente, con el Nicaragua Connecticut, La Palina es una marca a la que nunca le he hecho mucho caso. Lo que sé es que La Palina es una marca creada en 1896 en Chicago. La marca se caracterizaba por ser bastante cara, en gran parte gracias a que sus productos eran fabricados en Bahamas. La marca cerró en 1926 y no fue sino hasta 2010 que Bill Paley, nieto del fundador, la reabrió. La mayoría de sus productos son hechos en Honduras, pero también tienen algunos hechos en República Dominicana (como el Fuego Verde) y los dos Nicaragua que mencioné antes, que son hechos por AJ Fernandez. La línea Classic originalmente tenía una capa Habano Claro, aunque no se identificaba como tal. Luego de un tiempo salieron el Classic Connecticut y Classic Maduro, ambos con una anilla distinta a la del cigarro de esta reseña. Pero hace un par de meses conseguí un sampler de la marca y me di cuenta que la línea Classic ahora tiene 4 productos: Connecticut, Maduro, Rosado y Natural, todos con nueva anilla, por lo que tenía una gran curiosidad no solo de probar los nuevos, sino de comprobar si el Natural (que asumo que es capa Habano) y el Maduro siguen siendo los mismos.

Este Connecticut tiene una capa ecuatoriana sobre capote dominicano y tripa dominicana y ecuatoriana. Esta capa tiene algunas venas notables y una cierta apariencia arrugada, pero el cigarro se siente con buen peso y se ve bien empacado. Los aromas sobre la capa destacan notas secas y suaves a paja, cedro, frutas deshidratadas y no mucho más, mientras que en pie se aprecian frutas dulces, pero sin mucha identificación. La calada en frío presenta notas algo más escasas pero igualmente interesantes a pimienta y frutas, pero con menor impresión dulce. El aire corre bien por el cigarro, por lo que no me preocupo en lo más mínimo de la quemada o encendido, que confío será rápido.

Comenzamos con sabores muy sutiles, definitivamente manteniendo el perfil de lo que espero que un Connecticut clásico sea, con un sabor que comienza siendo de madera de cedro que luego se transforma en madera quemada, más genérica y menos parecida al cedro como tal. Sus sabores son cremosos, pero faltos de agresividad, muy… clásico, pues. El humo es abundante gracias a un tiro fenomenal y el anillo de combustión no tiene nada que envidiar a muchos cigarros, aunque confieso que esa desviación que aparece en la imagen no es tan típica de un cigarro con esta capa, pero quisiera pensar que es un tema que depende más de la posición de la anilla que otra cosa. La intensidad es media-baja y la fortaleza es igualmente media-baja pero va en ascenso.

En el segundo tercio los sabores a madera quemada y crema son los más presentes en el cigarro pero también hay una variación y aparecen notas de nuez moscada y galletas danesas, manteniendo todos esos sabores en cada calada y un retrogusto que comenzó muy neutro y se va haciendo más picante en cada calada, y es especialmente más fuerte cuando supero la mitad del cigarro. El anillo de combustión continúa siendo variable y culpo a la elasticidad de la hoja, que se siente especialmente maleable, sobre todo con la adición del calor que está generando el cigarro. Intensidad media-baja todavía, con una fortaleza media gracias a ese calor, la inclusión de pimienta más agresiva y la combinación de estas dos características.

El último tercio es notablemente más picante que los anteriores, lo cual demuestra dos cosas que no esperaba de este cigarro: precisamente una nota más picante y una evolución, que si bien es lineal, el hecho que se trata de un cigarro cuyo precio ronda los $5-$6 hace que sea destacable esa evolución. Sin embargo, teniendo en cuenta que el objetivo de las ligadas es que el cigarro efectivamente evolucione, pues sería malo que no lo hiciera. Pero, en medio de todo, tanto intensidad como fortaleza son prácticamente iguales en este tercio aunque ligeramente superiores, pero no lo suficiente para marcarlo como un punto adicional. La quemada sigue siendo buena, aunque no perfecta, aunque a partir de la mitad el cigarro quemó considerablemente más lento que en la primera mitad, por lo que el tiempo total de fumada alcanzó una hora y media.
Realmente fumar un cigarro de este rango de precio siempre va a ser una lotería y si bien el Classic Connecticut se veía y sentía respetable en frío, había una cierta sensación liviana en el cigarro y eso nunca es buen augurio, lo cual se cumplió durante la primera mitad y el cigarro iba quemando rápidamente. Pero me sorprendió muy positivamente que la segunda mitad quemara tan lento, especialmente porque los sabores eran más agradables y la fortaleza mayor. Pareciera que, en cierta manera, el cigarro comienza en la segunda mitad y todo lo que viene antes es un simple relleno de preámbulo. Pero definitivamente es una fumada que vale la pena por su segunda mitad. Dicho eso, esta nueva anilla es claramente mejor que la anterior, siendo más clásica pero con mucho más detalle. La anterior parecía diseñada en 1996.

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