En el último par de meses se me ha hecho más difícil cada vez sentarme a hacer una reseña y luego escribirla en el blog. No es porque esté perdiendo el tiempo o porque, dios no quiera, haya dejado de fumar. Aunque una de mis secuelas del covid ha sido la tendencia a que las gripes me duren más tiempo, o al menos el malestar postgripal. Además, cuando tienes una hija (o un hijo) en edad que se reúne con muchos otros niños (3 años), es normal que el bebé sea una esponja para infecciones y, por ende, las termines sufriendo también. Sigo fumando, pero no reseñando tanto como quisiera. Por eso esta es la ocasión en que finalmente pude fumar este cigarro que me fue obsequiado por un buen amigo en mi cumpleaños (a principios de febrero).

Juan Lopez es una de las marcas menos conocidas del portafolio de Habanos SA, pero una de las primeras en existir. Fue fundada por el hombre que la llamó con su nombre, un español que arribó a Cuba en 1870 y en 1876 creó la marca. Esta fue posteriormente vendida a una familia Sena, quien la operó hasta 1918. En 1960, al igual que tantas otras fábricas y fincas, fue expropiada por el gobierno cubano. La mayoría de sus productos dejaron de ser producidos en los años 70, aunque contaba con más de 10 vitolas y sobrevivió hasta finales de los 2000 con menos productos. Desde entonces, la marca ha sobrevivido en el portafolio con solo dos productos, de los cuales este es el robusto. Un robusto que no es especialmente atractivo y cuya venta creo que dependerá más de la recomendación de un conocido o el sommelier de la cava que de cuánto llame la atención. No obstante, la capa rojiza tiene aromas a paja, madera y algo de canela, que si bien no es diferente, es agradable. En el pie repiten los mismos aromas, con un enfoque en canela. Luego de un corte recto con la doble hojilla me encuentro con aromas de almendras, canela, madera y paja en la calada en frío.

Como buen habano, el Juan Lopez No. 2 no comienza con una intensidad elevada, pero sí se trata de un cigarro de intensidad media desde el primer momento, en gran parte gracias a una nota picante que envuelve el paladar pero no se siente en el retrogusto, y esto es misterioso pero también me invita a probarlo seguido en la nariz, soltando el humo en cada calada. El humo no es especialmente abundante, pero los sabores a cáscara cítrica (más como ralladura de naranja), tierra mojada y café son de intensidad media alta desde mediados del primer tercio, mientras que en el retrogusto se sienten notas abundantes de almendras tostadas. El No. 2 quema muy bien, con un tiro majestuoso y una fortaleza media-baja.

En el segundo tercio comienzan algunos temas de quemada que se resuelven rápidamente con un retoque, pero no deja de ser una molestia. Afortunadamente el No. 2 sigue produciendo humo, que ya es abundante y con él sabores más intensos, que ya no incluyen esa nota cítrica sino más bien algo afrutado genérico que es superado con creces por las notas de avellanas y almendras que me recuerdan mucho al sabor de la Nutella y esto se logra gracias a una gran cantidad de chocolate que se aprecia en el retrogusto. Sin embargo, el No. 2 me hace sufrir un poco porque esta delicia de sabores no se puede apreciar seguidamente, pues el cigarro se calienta y ese calor viene en el humo y no se deja apreciar completamente… el cigarro te obliga a espaciar las caladas a fin de apreciar bien sus sabores. Esto no es un defecto, más bien es la señal de un buen cigarro. La intensidad en este tercio es media-alta, con una fortaleza media-baja y eso es otro indicativo de una buena liga.

En el último tercio persisten los problemas de quemada y no voy a decir que fue por mala guarda o porque el cigarro estuviese muy joven, pues tiendo a ser igual de exigente con cubanos como con no cubanos, pero sin duda que no es algo positivo para el cigarro y mucho menos para la experiencia. No obstante, se resuelve espaciando las caladas aún más, aunque no sea fácil porque en el último tercio las notas de chocolate desaparecen y son sustituidas por unas de café negro, que junto con las notas de avellanas dan como resultado una mezcla casi tan agradable como la del segundo tercio y algo que quieres que perdure. Los sabores de madera también se hacen más notables en esta sección final, la cual dura hasta un poco después de quitarle la anilla y alcanzan la hora y 10 minutos. En este último tercio tanto la intensidad como la fortaleza sufrieron un pequeño revés y ambos se colocaron en media, pero sí se calentó un poco el cigarro y eso me llevó a dejarlo a un lado posiblemente antes de lo que querría.
Un buen habano es algo a lo que me he venido acostumbrando, quizá porque ya estoy más expuesto a habanos originales y de calidad, pero no están exentos de problemas, al menos no al nivel de muchos nicaragüenses y no es un tema solo de mano de obra, sino también de añejado, pero eso es un cuento para otro momento. La realidad es que quien fuma habanos y los conoce, sabe que la fumada no siempre será perfecta y eso no es problema, pero lo que vale son los sabores y la experiencia per se. En el caso de este No. 2, la calidad de los sabores y la representación del terroir cubano bien superan los detalles de quemado y, contra todo pronóstico, una de mis mejores experiencias con un habano no ha sido con uno de los productos principales de la marca, sino con este pequeño robusto casi desconocido por muchos. Aunque para mi sorpresa y luego de investigar un poco del cigarro, estuvo en el puesto número 14 del Top 25 de Cigar Aficionado en 2019.
