Juan Lopez – Selección No. 2

En el último par de meses se me ha hecho más difícil cada vez sentarme a hacer una reseña y luego escribirla en el blog. No es porque esté perdiendo el tiempo o porque, dios no quiera, haya dejado de fumar. Aunque una de mis secuelas del covid ha sido la tendencia a que las gripes me duren más tiempo, o al menos el malestar postgripal. Además, cuando tienes una hija (o un hijo) en edad que se reúne con muchos otros niños (3 años), es normal que el bebé sea una esponja para infecciones y, por ende, las termines sufriendo también. Sigo fumando, pero no reseñando tanto como quisiera. Por eso esta es la ocasión en que finalmente pude fumar este cigarro que me fue obsequiado por un buen amigo en mi cumpleaños (a principios de febrero).

Juan Lopez es una de las marcas menos conocidas del portafolio de Habanos SA, pero una de las primeras en existir. Fue fundada por el hombre que la llamó con su nombre, un español que arribó a Cuba en 1870 y en 1876 creó la marca. Esta fue posteriormente vendida a una familia Sena, quien la operó hasta 1918. En 1960, al igual que tantas otras fábricas y fincas, fue expropiada por el gobierno cubano. La mayoría de sus productos dejaron de ser producidos en los años 70, aunque contaba con más de 10 vitolas y sobrevivió hasta finales de los 2000 con menos productos. Desde entonces, la marca ha sobrevivido en el portafolio con solo dos productos, de los cuales este es el robusto. Un robusto que no es especialmente atractivo y cuya venta creo que dependerá más de la recomendación de un conocido o el sommelier de la cava que de cuánto llame la atención. No obstante, la capa rojiza tiene aromas a paja, madera y algo de canela, que si bien no es diferente, es agradable. En el pie repiten los mismos aromas, con un enfoque en canela. Luego de un corte recto con la doble hojilla me encuentro con aromas de almendras, canela, madera y paja en la calada en frío.

Como buen habano, el Juan Lopez No. 2 no comienza con una intensidad elevada, pero sí se trata de un cigarro de intensidad media desde el primer momento, en gran parte gracias a una nota picante que envuelve el paladar pero no se siente en el retrogusto, y esto es misterioso pero también me invita a probarlo seguido en la nariz, soltando el humo en cada calada. El humo no es especialmente abundante, pero los sabores a cáscara cítrica (más como ralladura de naranja), tierra mojada y café son de intensidad media alta desde mediados del primer tercio, mientras que en el retrogusto se sienten notas abundantes de almendras tostadas. El No. 2 quema muy bien, con un tiro majestuoso y una fortaleza media-baja.

En el segundo tercio comienzan algunos temas de quemada que se resuelven rápidamente con un retoque, pero no deja de ser una molestia. Afortunadamente el No. 2 sigue produciendo humo, que ya es abundante y con él sabores más intensos, que ya no incluyen esa nota cítrica sino más bien algo afrutado genérico que es superado con creces por las notas de avellanas y almendras que me recuerdan mucho al sabor de la Nutella y esto se logra gracias a una gran cantidad de chocolate que se aprecia en el retrogusto. Sin embargo, el No. 2 me hace sufrir un poco porque esta delicia de sabores no se puede apreciar seguidamente, pues el cigarro se calienta y ese calor viene en el humo y no se deja apreciar completamente… el cigarro te obliga a espaciar las caladas a fin de apreciar bien sus sabores. Esto no es un defecto, más bien es la señal de un buen cigarro. La intensidad en este tercio es media-alta, con una fortaleza media-baja y eso es otro indicativo de una buena liga.

En el último tercio persisten los problemas de quemada y no voy a decir que fue por mala guarda o porque el cigarro estuviese muy joven, pues tiendo a ser igual de exigente con cubanos como con no cubanos, pero sin duda que no es algo positivo para el cigarro y mucho menos para la experiencia. No obstante, se resuelve espaciando las caladas aún más, aunque no sea fácil porque en el último tercio las notas de chocolate desaparecen y son sustituidas por unas de café negro, que junto con las notas de avellanas dan como resultado una mezcla casi tan agradable como la del segundo tercio y algo que quieres que perdure. Los sabores de madera también se hacen más notables en esta sección final, la cual dura hasta un poco después de quitarle la anilla y alcanzan la hora y 10 minutos. En este último tercio tanto la intensidad como la fortaleza sufrieron un pequeño revés y ambos se colocaron en media, pero sí se calentó un poco el cigarro y eso me llevó a dejarlo a un lado posiblemente antes de lo que querría.

Un buen habano es algo a lo que me he venido acostumbrando, quizá porque ya estoy más expuesto a habanos originales y de calidad, pero no están exentos de problemas, al menos no al nivel de muchos nicaragüenses y no es un tema solo de mano de obra, sino también de añejado, pero eso es un cuento para otro momento. La realidad es que quien fuma habanos y los conoce, sabe que la fumada no siempre será perfecta y eso no es problema, pero lo que vale son los sabores y la experiencia per se. En el caso de este No. 2, la calidad de los sabores y la representación del terroir cubano bien superan los detalles de quemado y, contra todo pronóstico, una de mis mejores experiencias con un habano no ha sido con uno de los productos principales de la marca, sino con este pequeño robusto casi desconocido por muchos. Aunque para mi sorpresa y luego de investigar un poco del cigarro, estuvo en el puesto número 14 del Top 25 de Cigar Aficionado en 2019.

West Tampa Tobacco – Black Series

El Black Series es el segundo producto que lanzó la marca West Tampa Tobacco, creada por Rick Rodríguez luego de su salida de CAO el año pasado. Ambos productos son fabricados en Nicaragua y aunque ambos tienen esencialmente la misma liga que consiste en capa Habano ecuatoriana sobre capote y tripa nicaragüenses, la capa del Black Series proviene de una hoja más alta de la planta, por lo que recibe más sol y por ende, tiene más sabor. También pasa que el capote del Black Series proviene de la isla de Ometepe y la tripa es de las regiones de Condega y Estelí. Entre mis fuentes informativas de tabaco, escuché y leí tanto sobre este cigarro que cuando descubrí un 5-pack a buen precio, lo adquirí sin haberlo probado, ni el White Series. Contando que la reseña de ese White Series fue hecha en noviembre, diría que estos cigarros han estado en mi humidor desde octubre.

En el caso de este cigarro, voy a probar el robusto que tiene medidas clásicas de 5 x 50. El White Series lo probé en 6 x 60. Más allá de las dimensiones, tanto el White como el Black difieren muchísimo en colores, teniendo en cuenta que son esencialmente la misma capa. Este tiene una cantidad notable de aceites sobre la capa, en parte gracias a su origen y la buena guarda que ha tenido. Esa capa tiene aromas madera, bosta, paja, cuero y tierra, mientras que en el pie se siente una nota más dominante e intensa de madera, nibs de cacao, pimienta y cereza. Luego de un corte recto, la calada en frío me da aromas a madera, café recién colado, pimienta y cereza.

Debido a una falta de atención de mi parte, este es el segundo cigarro de estos que fumo en menos de una semana, porque la vez anterior debió haber sido la de la reseña, pero me distraje con la visita de unos amigos al local en donde estoy trabajando y no tomé notas. Esta vez no dejé de hacerlo y comienzo anotando las fuertes notas de pimienta que me reciben apenas enciendo el cigarro, pero le acompañan notas cremosas de madera y café en polvo como dominantes, mientras que entre las secundarias me encuentro con nuez moscada, guayabita, pan, cuero y una cantidad fuerte de pimienta en el retrogusto. La intensidad es media, aunque la pimienta me hace dudar ese nivel, mientras que la fortaleza es sólida y sin dudas en media. El humo es abundante y por los momentos y la duración de este primer tercio, no requiere retoques.

Gracias al tamaño de la anilla, antes de llegar a la sección media del cigarro ya tengo que quitarla. Es comenzando el segundo tercio cuando los sabores llegan a un cambio y no es una transición sino más como un cambio completo, donde los sabores dominantes son de cuero y madera, pero esta nota de madera pareciera un tipo de madera completamente distinto. Los sabores secundarios son variados e incluyen carne quemada, nuez moscada, nibs de cacao y una nota de tierra que me recuerda más a hongos (champiñones), pero esta desaparece para cuando alcanzo la mitad del Black Series. El retrogusto mantiene la pimienta pero también incluye cerezas y tanto intensidad como fortaleza han aumentado un punto, aunque no diría que sean medio-altos de momento. Hay un par de toques técnicos que le tuve que dar, pero nada preocupante sino más como preventivo, mientras que el humo sigue siendo abundante.

Los sabores son muy similares en el último tercio a lo que fueron en el segundo, destacando madera y cuero entre los principales, mientras que los secundarios incluyen carne quemada, tierra, canela, café y una cáscara cítrica muy suave. También hay notas minerales a lo largo del tercio, que deben ser algún resto del sabor de tierra, mientras que la necesidad de retoques se hace más prevalente. Los sabores alcanzan una intensidad media-alta, aunque la fortaleza se queda en media durante este tercio. Me toma una hora y media fumar este cigarro hasta el final, incluyendo que se me medio apagara cuando le quedaban unos minutos, pero lo volví a encender porque no quería terminarlo.

Para quien se pregunte por qué la marca del cigarro lleva el nombre de la ciudad de Tampa y no Miami, que ha sido más famosa por albergar cubanos y sus descendientes, incluyendo a la familia de Rick Rodríguez en su momento, el hecho es que Tampa fue la capital americana de la fabricación de tabaco antes y después de la revolución cubana, específicamente en la ciudad de Ybor, ubicada muy cerca de Tampa. Siempre he querido visitarla, aunque hoy en día es más una visita turística que la oportunidad de probar nuevos productos y visitar fábricas. En cuanto al cigarro, se trata de una fumada de fortaleza media, que solamente aumenta tanto intensidad como el golpe del humo en el último tercio, pero es en ese punto cuando no se hace ta agradable la fumada, principalmente por temas de construcción. Recuerdo haber fumado uno una semana después que llegaran y esa experiencia vs. las dos últimas han sido considerablemente distintas, aunque pienso que es un cigarro que con gusto volvería a comprar.

Cocuy: La Capilla Las Lomitas

En el municipio de Siquisique, en el estado Lara, se encuentra no una sino dos localidades (caseríos) en donde se produce cocuy. En realidad es en casi todos los caseríos del estado donde se produce cocuy, pero La Capilla visita a los más destacados o a los que más le llama la atención su producto. Luego de conversar con ellos y medir sus habilidades de producir un poco más de lo normal, adquieren su producto, pero lejos de ser una obra simplemente de compra y venta, se comprometen con el maestro cocuyero y forman parte del proceso.

Así es como La Capilla se ha convertido en una marca destacada de Venezuela, que produce un cocuy de calidad que incluso le ha merecido premios internacionales. Recientemente tuvimos una cata de la marca y varios de sus productos en la terraza de Rumbullion Club y entre todo lo que probamos ese día, creo que mi preferido fue este Las Lomitas, no solo porque tuviera el mayor contenido alcohólico (48%), sino porque me pareció el más diferenciado.

No quiere decir que no supiera a cocuy o que los demás supieran a otra cosa. Pero si de algo puedes estar seguro con los distintos productos de cocuy en Venezuela y los distintos productos de La Capilla, es que ningún cocuy es igual a otro.

La etiqueta de este Las Lomitas destaca información muy similar a la de los otros, aunque el cocui de este es cosechado a una altura que va entre 622 y 680 metros sobre el nivel del mar. La cocida de las piñas bajo tierra, el molido con piedra y el prensado son iguales a los demás, al igual que la destilación por alambique. También reposa en un botellón de vidrio y la única diferencia a destacar en términos técnicos es la concentración alcohólica, que alcanza el 48%. Se trata de una producción del maestro cocuyero Pedro Salazar, a partir del agave cosechado el 27 de mayo de 2021 y esta es la botella número 60 de una producción que alcanzó las 120 unidades.

Lo que más sorprende en nariz es que su aroma no es herbáceo como el de la mayoría de los otros cocuyes que he probado. Más bien es vegetal, con notas cítricas y minerales muy marcadas, pero en este ese mineral se define más como arcilla. No obstante, las notas marítimas y de agua de aceitunas son notables, pero también incluye un perfumado como de flores rojas.

En boca no es realmente dulce y en eso difiere nuevamente de muchos cocuyes. Es una nota más ácida que otra cosa y aunque alcanza 48% por de alcohol, hay poca o ninguna sensación alcohólica en boca, salvo después de pasarlo por boca y se siente posteriormente algo en la lengua. Es sumamente mineral de tierra mojada y arcilla en boca, donde también desaparecen esas notas florales y salinas de aceitunas. Es mucho más complejo de lo que esperaba y su retrogusto lo confirma, con una marcada nota ahumada y una amalgama del resto de los sabores que he sentido hasta el momento.

Como lo he dicho antes, aunque La Capilla tiene distintos cocuyes, no es algo que si uno es más dulce, el otro más alcoholado y el otro más antiguo. Son productos distintos hechos por personas distintas y «curados» por la marca. En esta ocasión se trata de un producto hecho en el mismo municipio que el Cabeza de Caballo pero en otra ubicación y es sorprendente lo distinto que es, incluso si proviene de la misma planta. Impresiona nuevamente las diferencias tan notables que existen en este destilado.

Ficha Técnica:
Fabricante: N/D
Nombre del Agave: Las Lomitas
Marca: La Capilla
Origen: Venezuela
Materia prima: Agave cocui trelease
Precio: $60
Densidad alcohólica: 44%
Puntuación: 90

Aganorsa Leaf – La Validación Habano

Al principio pensé que esta sería una revisión o lo que llamo una ‘recata’ de un cigarro que había probado por última vez con un nombre distinto: Casa Fernandez Aganorsa Leaf Habano, pero luego de leer un poco descubrí que en realidad de trata de una liga nueva y un producto distinto, principalmente porque en el original la capa es Habano ecuatoriana y en este todo es de Nicaragua. Hace algunos años la marca Casa Fernandez se convirtió en Aganorsa Leaf a fin de evitar mayores confusiones con sus productos que son fabricados en la finca Aganorsa, pero también para no ser confundidos con los de AJ Fernández. Con un apellido tan común, era solo cuestión de tiempo antes que existieran dos marcas distintas con nombres similares.

Es fácil pensar que este cigarro se llame simplemente Aganorsa Leaf Habano, pues esas palabras aparecen bien destacadas en la anilla, mientras que La Validación se ve muy pequeña y si tienes más de 40 años, simplemente no existe. En algún lugar leí que este nombre se trata de la marca validando su calidad de manera regular, lo que quiere decir probar la liga regularmente para confirmar que los sabores son los qu deben ser, y por eso justifica que se llame Aganorsa Leaf, pues todos (o casi todos) los tabacos incluidos en su fabricación vienen de la misma finca. Por lo pronto, es uno de esos cigarros en que las anillas ocupan gran parte del mismo, al punto que cuando le quite las anillas me quedaré con más de la mitad del cigarro desnudo, pero los aromas ya hacen que quiera encenderlo, pues incluyen notas de madera, pimienta y miel, tanto en la capa como en la calada en frío, aunque ninguno de estos es especialmente dominante, sino más como un aura general. Buen tiro y eso es importante, al menos en frío.

Entre todos los tabacos y todas las hojas que se cultivan en Nicaragua, a muchos les sorprendería saber que no hay una inmensa producción de hojas de capa. Durante muchos años las capas venían de otros países, como Camerún, Honduras, Ecuador, Indonesia, entre otros. Es en años recientes (quizá los últimos 10) que han comenzado a tener capas que se destaquen y la finca de Aganorsa es una de las que lo ha promovido. No obstante, Aganorsa está especialmente orgullosa de sus productos Criollo 98 y Corojo 99, al punto que las semillas de esas hojas son la base de casi todo lo que cultivan y es fácil encontrar la raíz de esos sabores en muchos de sus productos. Precisamente por eso, este La Validación Habano comienza con una nota suave pero persistente de pimienta en el retrogusto y una un toque más leve en el paladar, que acompañan madera y almendras como las más dominantes. A lo largo del tercio se desarrolla una dulzura de melaza que le da una dimensión deliciosa al cigarro y acompaña el resto de los sabores. Hay algunas notas más suaves de tierra mojada y paja, que simplemente añaden a la complejidad del cigarro y da la impresión que el La Validación Habano está evolucionando constantemente, pero no es un cigarro en el que estallan sabores regularmente, solo que no se mantiene fijo mucho tiempo en la misma intensidad y variedad de ellos. En temas de construcción se comporta de maravilla, con una buena ceniza y anillo de combustión muy rectos, mientras que la intensidad y fortaleza en media le dan la dimensión agradable a la fumada.

Hay pocos cambios en el segundo tercio y aunque hay quienes pueden ver eso como algo negativo y decir que el cigarro evoluciona poco, también algunos dirán que eso denota consistencia en los sabores. Siempre hay algo positivo que destacar y en el caso de este cigarro, cuando las dimensiones no son tan grandes, sin duda que muchos cambios no le ayudan. Podríamos argumentar que el cigarro alcanzó la cúspide de sabores y que mantenerlos es donde estará el reto y muchas veces me he encontrado con cigarros que tienen un primer tercio extraordinario, pero los siguientes son una dilución de ese primero, por lo que puedo confirmar que en este no ocurre eso. Efectivamente, los sabores dulces de melaza, la tierra, paja, madera y almendras se mantienen al mismo nivel y me permiten hacer un par de cosas mientras fumo, y esa es una característica de un buen blend: cuando no hay un sabor que domina la fumada y no permite apreciar otros sabores. Por lo expuesto antes, fortaleza e intensidad se mantienen en media, pero por la costumbre diría que están incluso un toque por debajo. La quemada se comporta muy bien, aunque la ceniza no se sostiene mucho.

En el último tercio La Validación Habano se hace un poco más caliente y no es necesariamente un calor que me queme los dedos (aunque eso me ha pasado otras veces), pero el humo que entra en mi boca está caliente y eso hace que muchos sabores se pierdan un poco. Ese es el aspecto más negativo que puedo sacar de una fumada que ha sido consistente e interesante desde la calada en frío, y que no me ha dado un aspecto que pueda marcar como desagradable realmente. Me toma una hora y 15 minutos fumar el cigarro hasta que lo dejo a un lado, tiempo que podría ser menor al esperado, especialmente con un cigarro con medidas de 5 x 54, pero no siento que lo haya apurado del todo. Más bien creo que fue el tiempo justo.

Viendo un poco los productos de Aganorsa Leaf y de la línea La Validación, noto que existen cuatro productos bajo ella, incluyendo este Habano. También hay un Connecticut, un Corojo y un Maduro, siendo de este último que tengo en el humidor también y que le tocará eventual reseña. Precisamente por esos productos este de capa Habano puede no ser el más fuerte o al menos eso espero, porque su fortaleza nunca superó la media y sí me llama la atención probar algo que tenga más push, como dicen. Pero este La Validación Habano es consistente y esa es quizá la mejor descripción que le puedo dar, además que sin duda compraría un 5-pack de él.

Gurkha – Master Select

Pues mira, sí… ¿quién lo diría? Otro Gurkha por estas páginas. La verdad vino como obsequio de los amigos de Vitola Cigar Shop en Venezuela, y al principio hablamos de eso y me dijeron que si bien no podían recomendarlo (porque los amigos no recomiendan un Gurkha), sí me sugerían que lo probara. Si no aprecio un Gurkha, al menos puedo apreciar la honestidad de alguien que además me lo está regalando, así que pensé que sería buena idea reseñarlo. Una pequeña búsqueda por Google me indica que existen tres versiones del Master Select: Connecticut, Habano y Maduro, siendo este el más suave y claro, por lo que claramente es el Connecticut. También me impresiona que Gurkha además lo llama XO, pero luego me di cuenta que esa es la vitola y aunque el cigarro tiene tres factores en contra (cepo, capa y Gurkha), decidí fumarlo y aclarar cualquier duda, porque la realidad es que el mercado de los Connecticut ha ido evolucionando y ahora es común encontrarse con un cigarro de esta capa que tiene una fortaleza considerable.

Algo sí debo apreciar: el Master Select Connecticut se ve muy bien. La capa es brillante, con algunas venas pero muy lisa. Los aromas son interesantes también, aunque son extremadamente sutiles, así que no sé si se trate de una fumada buena o no, pero al menos me mantiene en suspenso. En la capa los aromas son de madera balsa, vainilla y paja, mientras que en el pie apenas si se aprecia paja seca y madera sin mucha definición adicional. Lo pico en V a fin de aprovechar al máximo su sabor y me agrada que el tiro está bien, aunque en sabores se repite la misma historia y estos son a madera, paja, vainilla y una nota lejana de nueces… vamos, que todas son lejanas, pero las nueces están más lejos todavía.

Vamos con lo bueno y es que el Master Select Connecticut enciende parejo, produciendo abundante humo en cada calada y tanto el anillo de combustión como la ceniza se aprecian bien. No te voy a decir que los sabores son intensos porque no es así, apenas si se sienten notas de madera, nueces y tierra seca, pero el retrogusto me mantiene interesado con notas de nibs de cacao. Pero el cigarro tiene una intensidad baja y una fortaleza igualmente reducida, que no es algo necesariamente malo, solo que no es lo que esperaba… en verdad sí lo esperaba, pero tenía la ilusión de estar equivocado y que mostrara más.

En el segundo tercio hay más sabores, pero eso no quiere decir que sean mejores o que se sientan más, solo que enumerando, llego a un número mayor. Muchos son los mismos: nueces, madera, tierra seca (la cual se siente mucho menor) y un toque de pimienta, principalmente en el retrogusto pero con algo de participación también en el paladar. Entre los sabores nuevos hay chocolate con leche, que ya no son nibs de cacao sino esta versión suavizada de chocolate, y cuando supero la mitad de siente un matiz picante en ese sabor de tierra, que sigue siendo seca. La quemada se tuerce un poco cuando dejo caer la ceniza finalizando el primer tercio y mantiene ese aspecto mal visto durante el resto de la experiencia, con una intensidad y fortaleza bajas.

Para el último tercio la quemada se arregla sola, pero la anilla estaba pegada con una cinta plástica invisible, lo que hizo que quitarla fuese un suplicio y que la capa sufriera parte de ese problema cuando la despegué, porque una parte también estaba pegada a la capa. Afortunadamente no paso a mayores y cuando el fuego llegó a esa sección que se ve en la imagen, quemó a través de ella sin despegarse. No hay nada que reportar en sabores, salvo la desaparición de los matices de chocolate y la sensación picante, por lo que tanto la intensidad como la fortaleza se mantuvieron iguales. Me tomó una hora y 45 minutos terminar de fumar el cigarro, aunque lo dejé mucho antes de lo que podría haber sido el final, porque aunque echaba humo considerable y no presentaba problemas de quemada ni se apagaba, en verdad no había mucho más que ofreciera salvo el humo denso.

En ocasiones anteriores no he esperado nada del Gurkha y ha logrado desilusionarme igual, pero en esta ocasión, aunque tampoco esperaba nada, al final terminé sin desilusiones, que podría ser visto como algo bueno, pero en realidad no es ni bueno ni malo. El Gurkha Master Select Connecticut es un cigarro para fumar cuando no quieres fumar nada, pero igual quieres echar humo. Con esas características realmente hay muchos otros, pero al menos no es como la experiencia del Villiger Selecto Connecticut, aunque sus características son similares en el sentido que son cigarros muy suaves de capa Connecticut. No te voy a decir que escogería uno sobre el otro ni te voy a recomendar alguno porque realmente ninguno de los dos son mi estilo, pero con este al menos tienes una anilla atractiva.

La Barba – Ricochet Crü Mexi-Sol

En 2018, La Barba creó una línea que ataba con el hecho que el dueño de la marca es sommelier, conocida como Ricochet. Esta línea estaba inspirada en los componentes del vino y cada producto supuestamente hace referencia a regiones específicas de vino, por lo que el original se relaciona con Zinfandel, mientras que este nuevo con la zona de Bordeaux. Este nuevo producto tiene una capa mexicana que no es identificada como San Andrés, sino sun grown, sobre capote de Indonesia y tripa de República Dominicana, Nicaragua y USA. Es fabricado por Tabacalera William Ventura en República Dominicana.

Una capa oscura, ligeramente rojiza y con imperfecciones bien marcadas es la que cubre al Ricochet Crü Mexi-Sol y aunque no tiene una tonalidad oleosa notable, algo de brillo tiene. Me impresiona que la capa no es identificada como San Andrés, pues todo lo que he probado de México que no sea fabricado en México es de San Andrés, pero siempre hay una primera vez, supongo. La capa tiene aromas intensos y abundantes a chocolate, roble, bosta, cuero y pan pumpernickel, mientras que en la calada en frío, a la que llego luego de un corte en V, se aprecian aromas a cuero, roble, tierra, clavo y pasas. El tiro se siente bien y el aire fluye con facilidad.

Si en los destilados se menciona que son francos cuando saben a lo que huelen, el Ricochet Crü Mexi-Sol es un tabaco franco, pues los sabores son muy parecidos a los aromas en frío, comenzando por el cuero y roble como sabores dominantes, seguidos de tierra, café y pasas. El retrogusto es de pimienta, aunque también incluye algo de ella en el paladar concluidas las 10 primeras caladas. La construcción no es la mejor, o al menos es en el tiro y la uniformidad de la quemada donde está presentando problemas y por ello la «flor» de la ceniza. Pero el humo es abundante, casi exageradamente y por ambos extremos, mientras que tanto fortaleza como intensidad se colocan en media.

En el segundo tercio la experiencia es considerablemente más dulce, gracias en gran parte al sabor de pasas que ha aumentado y esto hace que se sienta un perfil más complejo, pero también incluye cuero, roble, avena, tierra y maní, mientras que la pimienta se siente ahora principalmente en el retrogusto, pero incluso después del punto medio se siente mucho menor. Aunque la quemada tiende a ser más uniforme, no es una quemada regular y en ocasiones me veo en la obligación de hacerle uno que otro retoque, pero sigue siendo bastante el humo que sale en cada calada. La fortaleza se siente un poco más suave que media, pero la intensidad es media e incluso un toque por encima.

El último tercio del Ricochet Crü Mexi-Sol es muy parecido al segundo, aunque los sabores se sienten más «antiguos», incluyendo que el roble se siente viejo, el cuero se siente más usado y en general hay una nota ahumada, mientras que otros sabores como los de tierra, chocolate y café se sienten mucho más sutiles y esporádicos. El retrogusto tiene ese dulce de la pasa y el toque picante que se va suavizando en cada calada. El tiro no me da problemas y la quemada tampoco, pero por el diámetro del cigarro y el hecho que me duró una hora y 45 minutos, en las últimas caladas era algo esponjoso. Fortaleza e intensidad son iguales que en el tercio previo.

Mi afición al vino seguramente no llega ni cerca a la de Tony Bellatto, el creador de la marca La Barba, pero en medio de mi ignorancia del tema descubrí que hay muy poco (por no decir nada) que tenga que ver con vino en este cigarro y tampoco debería intimidarte no saber de vino antes de probar este cigarro. Más allá de la relación con el vino y los enólogos, este Ricochet Crü Mexi-Sol me pareció un cigarro bien equilibrado y picante en el primer tercio, aunque rápidamente pierde ese picor y es dominado más por notas dulces y consistentes de principio a fin, con excepción de la pimienta que mencioné. Hay cigarros para todos los gustos y el Ricochet Crü Mexi-Sol creo que funciona mejor para quienes les gusten los cigarros con notas de cuero y madera, y que no sean muy picantes, pero si buscas algo con variaciones regulares, este puede no ser la mejor opción.

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